THE OBJECTIVE
Laura Calonge

Miedos y ciberterror

Conocer en la misma semana el fin de la banda terrorista ETA, y descubrir que existe una web (map.norsecorp.com) que muestra los ciberataques que se están produciendo en el mundo en tiempo “real”, es un contraste cognitivo.

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Miedos y ciberterror

Conocer en la misma semana el fin de la banda terrorista ETA, y descubrir que existe una web (map.norsecorp.com) que muestra los ciberataques que se están produciendo en el mundo en tiempo “real”, es un contraste cognitivo.

Conocer en la misma semana el fin de la banda terrorista ETA, y descubrir que existe una web (map.norsecorp.com) que muestra los ciberataques que se están produciendo en el mundo en tiempo “real”, es un contraste cognitivo. Esos hombres encapuchados que durante años nos amenazaron desde las ondas, ya fuera desde el otro lado del teléfono, una grabación o un vídeo doméstico, se me antojan de repente rémoras del pasado, un pasado analógico donde el miedo se parecía a los monstruos clásicos que asustan a los niños. Un encapuchado desata nuestras alarmas provocando un terror comparable al terror infantil, cuando despertábamos de una pesadilla entre la oscuridad de nuestra habitación. Esas imágenes de ETA que forman parte del imaginario colectivo español, comparadas con la pantalla hipnótica de Norse -un mapa dinámico de ciberataques- me hacen pensar en cómo se está transformando el aspecto del miedo.

El ciberespacio, ese lugar no se siente, pero se presiente, es como una malla invisible que no permite identificar su verdadero aspecto. Ser víctima de una ciberguerra es como ser alcanzado por un virus: no se ve, no se oye, no se huele, no se toca, pero te puede joder la vida. Te puede llevar derecho a la muerte, una muerte limpia, de las que no manchan ni huelen mal, de las que ni siquiera van a sacar la foto. Nunca sabremos cuántas vidas se ha cobrado el ciberataque a bancos, organismos gubernamentales, centros de inteligencia, hospitales o webs como Ashley Madison. Ese terror antiguo a la violencia explícita, comparado con este terror nuevo y amorfo me remite a un libro del sociólogo Richard Sennet, “La corrosión del carácter”. El libro detalla cómo el sistema neocapitalista va vaciando por dentro al ciudadano medio, de modo que al llegar a la madurez laboral se encuentra exhausto y casi muerto en vida, por causas tan indefinidas que no sabe ni a quién dirigir su rabia: el poder de las grandes empresas, ay, está deslocalizado. Y entonces vuelvo a mirar el mapa de Norse, que ni siquiera me infunde temor y atrapa mi atención como un vídeo de pececillos, veo unas lanzas de colores trazar recorridos que conectan China, Arabia Saudí y EEUU, y no sé qué cara poner. El ciberespionaje es una realidad, pero el 90% de amenazas actuales son achacables al cibercrimen y su objetivo son los ciudadanos de a pie. Y entonces me doy cuenta que la gran mayoría no hemos desarrollado siquiera la capacidad para reaccionar a la forma en que se presenta este terror nuevo.

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