THE OBJECTIVE
María Jesús Espinosa de los Monteros

Niños con rodillas impolutas

¿Por qué nuestros niños y jóvenes no se quedan igual de absortos con la literatura que con los videojuegos? ¿Conocen muchos adictos a la literatura?

Opinión
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Niños con rodillas impolutas

Todo sucede antes en los videojuegos. Estos formatos actúan como ensayo de lo que después pasará en la vida real (si es que se pueden diferenciar una y otra). De algún modo, la prefiguran. “Si analizamos y entendemos los problemas del videojuego como tecnologías ética y política, comprenderemos los desafíos actuales y futuros de la era de la información”, comenta Miguel Sicart -Profesor del Centro de Estudios de Videojuegos de la IT Universidad de Copenhague- en su brillante ponencia Pan y píxeles: entretenimiento y propaganda en el 5º Congreso de Periodismo Cultural de la Fundación Santillana dedicada al arte, el entretenimiento, el negocio, la realidad virtual, la violencia y la adicción de los videojuegos.

¿Cómo es posible que Angry Birds o Fornite obtenga muchos más datos que Cambridge Analytica y nadie se lleve las manos a la cabeza? Esta pregunta surgió durante un coloquio encendido entre aquellos que comprenden que los videojuegos son esos relatos que ahora están en el imaginario colectivo de los más jóvenes y otros que aseguran que su uso sólo engendra violencia y adicción.

En mitad de ambos se encontraba el pedagogo Gregorio Luri con una ponencia interesantísima centrada en el juego y con numerosos guiños a la literatura de aventuras de Salgari, Stevenson o Melville. Pues, ¿no son acaso esas aventuras literarias igual de absorbentes que los videojuegos más descargados en la actualidad? ¿No persiguen el mismo objetivo? “¿Qué buscamos en un videojuego? Aventura. Exactamente lo mismo que buscaban los niños cuando se subían en la rama de un árbol y oteaban el horizonte”, sentenciaba Luri. Y es que, en efecto, en todo juego hay siempre la posibilidad, el deseo de una aventura. “En Fortnite no sólo se juega, también se va para ver y ser visto”, concluye Luri.

El paso del absorto al adicto es pequeño y, en muchas ocasiones, casi imperceptible. ¿Por qué nuestros niños y jóvenes no se quedan igual de absortos con la literatura que con los videojuegos? ¿Conocen muchos adictos a la literatura? ¿Lo que diferencia al juego del pasatiempo es su posibilidad de perder o ganar, de morir o resucitar? Como explica Luri, “estamos creando la primera generación de niños con rodillas impolutas”. Están todos los días en casa con esas “prótesis antropológicas que amplifican lo que ya somos llamadas ‘nuevas tecnologías’”.

Es cierto que algunos videojuegos reproducen roles sexistas y violentos pero, ¿lo hace menos el cine, las series o la industria porno? Qué duda cabe que existe un número importante de niños y adolescentes adictos a los videojuegos pero, ¿son más o menos que los adictos a las apuestas online perfectamente legitimadas e incluso promocionadas?

Según Luri, la melancolía es el efecto más inmediato de los jóvenes jugadores. Y la melancolía nos recuerda que algo que en algún momento existió nos falta. Es algo que queremos recuperar y, por supuesto, no podemos. ¿De qué podrían tener melancolía los niños de rodillas impolutas? ¿Qué echarán de menos? ¿Subirse al árbol?

Perdonen tantas preguntas en un artículo de opinión pero todo se ha vuelto bastante incomprensible.

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