THE OBJECTIVE
María Ibañez y Jesús Jiménez

No es vicio, es incomprensión

Leemos sobre el nuevo diseño de las cajetillas de tabaco…, para que den más miedo, a ver si los fumadores lo dejan. A alguno puede que le influya, y no está de más informar, pero la cosa tiene un calado mayor.

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No es vicio, es incomprensión

Leemos sobre el nuevo diseño de las cajetillas de tabaco…, para que den más miedo, a ver si los fumadores lo dejan. A alguno puede que le influya, y no está de más informar, pero la cosa tiene un calado mayor.

La clave está en el impulso a continuar fumando, a pesar de querer dejarlo y de darse cuenta del perjuicio. Vale esto también para cualquier adicción: al juego, al alcohol, a las benzodiacepinas, a la tv, a los dulces, al sexo, a las nuevas tecnologías (tecnofilia se llama), etc.

Para los fumadores, dejar de fumar sería una liberación, lo reconozcan o no. Pero ese impulso a continuar fumando, que puede llegar al autoengaño más feroz y transformar algo perjudicial en un placer, no es bien abordado en la inmensa mayoría de los casos. Y entonces se vuelve una tarea hercúlea mitigarlo. Como empujar un automóvil con el freno de mano puesto.

Razones y emociones

Es una pena que aún no se comprenda adecuadamente el papel que juega la parte emocional, los conflictos psicológicos sin resolver, en cualquier tipo de adicción. Así, se proponen tratamientos basados en la fuerza de voluntad para cambiar el comportamiento…, como empujar el coche sin quitar «el freno de mano».

Se proponen actividades alternativas e intelectuales para combatir el impulso de fumar (caminar rápido por el pasillo, respirar profundo…), que están bien, como apoyo, pero no resolverán el problema de fondo. Para la parte emocional se sugiere, pobremente, relajarse…, algo que para mucha gente es difícil, aún más si sufre una adicción.

Las causas que mantienen la adicción al tabaco según la OMS son: utilizarlo como estimulante, como refuerzo gestual, por placer o relajación, para reducir estados negativos, por automatismo, y por miedo a engordar cuando se deja el tabaco.

Si las analizamos, vemos que se pueden traducir a: contrarrestar una baja vitalidad y estado de ánimo, intentar paliar la inseguridad, estar insatisfecho y confundir calmar el malestar con placer, reducir estados emocionales negativos, la automatización de alguno de los anteriores y el miedo al juicio de los demás por el aspecto físico.

Todas son causas con una fuerte base emocional. Y obviamente, la parte intelectual o la relajación por sí solas, no resuelven la parte emocional, a lo sumo la reprimen. El humo del tabaco amortigua emociones negativas, y deben resolverse para que el tabaco deje de ser un falso alivio para la persona.

Hay que aprender a resolver la parte emocional y sus causas

Es decir, entender y resolver las causas de la baja vitalidad, de la inseguridad frente a los demás, del malestar que surge cuando se está sin hacer nada, etc. Todo ello abordando adecuadamente las emociones, que se debe hacer sintiendo, no pensando.

La parte racional del problema, pensando, reflexionando. La parte emocional, sintiendo, explorando lo que siente en el cuerpo y perdiéndole el miedo. Y todo ello para entender los errores de los que surgen esos conflictos psicológicos sin resolver, como la inseguridad.

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