THE OBJECTIVE
María Ibañez y Jesús Jiménez

No seremos superados por las máquinas

Ya hace años que la Inteligencia Artificial persigue emular las capacidades del ser humano a través de la tecnología. Esta disciplina ha aportado grandes avances tecnológicos, muy útiles y beneficiosos, en diferentes campos, como el que se plantea con Nadine, el robot preparado para cuidar a personas con demencia.

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No seremos superados por las máquinas

Ya hace años que la Inteligencia Artificial persigue emular las capacidades del ser humano a través de la tecnología. Esta disciplina ha aportado grandes avances tecnológicos, muy útiles y beneficiosos, en diferentes campos, como el que se plantea con Nadine, el robot preparado para cuidar a personas con demencia.

Sin embargo, cada cierto tiempo, algunos expertos en IA (Inteligencia Artificial) auguran que las máquinas llegarán a superar al ser humano. Creen que la construcción de máquinas basadas en un hardware tan sofisticado que pueda efectuar un billón de operaciones por segundo, hará que dichas máquinas estén en condiciones de superar a la inteligencia humana.

La singularidad tecnológica

Ante el fracaso de hacer un software equivalente a las capacidades de una persona, ahora se propugna que sea el hardware el que lo hará posible…, llegando a “evolucionar” hasta llegar a un punto que escapará a las capacidades de los humanos. Denominan a este hecho “singularidad tecnológica”. Afirman incluso que estas máquinas llegarán a despertar como una entidad autoconsciente. Esto es, desde el punto de vista psicológico, sencillamente ridículo.

No ponemos en duda los beneficios que puedan tener los avances tecnológicos futuros, que nos continuarán sorprendiendo en los próximos años, pero son tantos los errores conceptuales sobre el ser humano en estas teorías sobre Inteligencia Artificial, que daría para escribir un libro.

No confundir inteligencia con capacidad técnica
 
Un simple análisis de la estructura psicológica del ser humano, nos muestra que una máquina nunca podrá superarnos en inteligencia (verdadera inteligencia creativa), motivación, altruismo, sentimientos, creatividad, conciencia…, es decir, en las cualidades más elevadas del ser humano. En fuerza sí, en velocidad de cálculo sí, en precisión sí, en inteligencia nunca.

Así, dotar a un robot de sensores que detecten su propio bajo nivel de energía, no se puede equiparar con la interocepción humana. A una reacción programada para actuar ante un nivel crítico de energía, no se le puede llamar “dolor” o “sufrimiento físico”. A programas para evitar situaciones que puedan dañar al robot no se les puede llamar “tener miedo”. A sistemas complejos de análisis de datos, de fuentes internas o externas, aunque tengan innumerables variables y tipos de respuesta, no se les puede llamar “razonamiento”, y mucho menos “inteligencia”.

Captar datos del entorno a través de sensores, no es “percibir la realidad”. Ni se puede equiparar la posibilidad de que el sistema mejore su adecuación de respuesta, teniendo en cuenta ensayos y errores previos, con el aprendizaje humano. Sin mencionar los aspectos lingüísticos ni el sentido común.

 El ser humano es mucho más

Un robot nunca tendrá sentimientos, ni motivaciones, ni intenciones. Decir esto manifiesta un gran desconocimiento de la naturaleza humana. Dotar de dientes artificiales a un robot y que los muestre, no es lo mismo que sonreír, y mucho menos sentir alegría.

Imitar el comportamiento humano, no es ser un humano. Y por muy sofisticada que sea la imitación, no dejara de ser eso, una imitación superficial.

Simplificando, podemos entender claramente que la máquina se basa siempre en capacidad de memoria y velocidad de procesamiento, es decir, procedimientos mecánicos en un sentido amplio. La computación, por compleja que sea, se basa en procesos mecánicos. Por tanto, las máquinas podrán ser más eficientes en todo aquello que precise capacidades mecánicas, como en el caso de una supercomputadora o el vehículo explorador de Marte Curiosity.

Pero el ser humano es mucho más que eso. Y aunque aún debe aprender a solucionar sus errores psicológicos, como la competencia, el odio, el miedo y todo lo que le impide colaborar y vivir en paz unos con otros…, eso es parte de su evolución, evolución psicológica principalmente.

En este sentido, las actividades más elevadas y fructíferas del ser humano requieren la capacidad de prestar atención, tanto interna como externa, y ésta no consiste en recoger datos. La conciencia humana tiene la capacidad de comprender, inventar, captar, intuir,  percibir, aprender, encontrar soluciones creativas, sentir agradecimiento, bondad, compasión, empatía…, y éstas son cosas que nunca podrá hacer una máquina.

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