No son fantasmas, son seres humanos
La foto de Antonio Parinello estremece. Parecen fantasmas venidos de otro mundo. Pero no. Son seres humanos que mueren la vida en este mundo nuestro, muy cerca de nosotros, y que se embarcan cada día en barcazas inauditas, inseguras, en busca de una vida mejor, pero a muchos les conducen a la muerte definitiva, devorados por mares cuyas olas les engullen sin saber lo que se tragan.
La foto de Antonio Parinello estremece. Parecen fantasmas venidos de otro mundo. Pero no. Son seres humanos que mueren la vida en este mundo nuestro, muy cerca de nosotros, y que se embarcan cada día en barcazas inauditas, inseguras, en busca de una vida mejor, pero a muchos les conducen a la muerte definitiva, devorados por mares cuyas olas les engullen sin saber lo que se tragan.
En las últimas horas nos cuentan que organizaciones humanitarias han rescatado a casi mil inmigrantes en el Mediterráneo. Viajaban camino de la costa italiana. Tras hundirse varias embarcaciones, han recuperado nueve cadáveres, y no se sabe cuántos han desaparecido para siempre. Esa cifra nunca la conoceremos. Sabemos que este año van ya 4.271 fallecidos, 500 más que en todo el año pasado. Nadie conoce la cifra de mujeres, niños y hombres cuyos cadáveres reposan en el fondo del mar.
Esto sucede mientras en nuestra zona de confort nosotros seguimos a la nuestro, y quienes nos gobiernan, a lo suyo. Solo nos salva la vergüenza que hay quienes dedican su vida a tratar de salvarles, a buscarles e intentar rescatarles antes del naufragio. Y también que hay quienes, por su oficio, nos lo cuentan. Es un drama, y me niego a aceptar que sea suficiente con que cada poco ocupen portada si la imagen es suficientemente dura o espectacular, o hay algún niño muerto de por medio. Siento un punto de asco de quienes habitamos este primer mundo que está para el arrastre. No son fantasmas, son seres humanos.
