THE OBJECTIVE
Andrea Mármol

Normalizados

«El Gobierno de España se arrodilla ante el gobierno autonómico más desleal y empeñado en dinamitar la convivencia entre españoles»

Opinión
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Normalizados

Desconozco si fueron ideas suyas las de apodar a Joaquim Torra ‘Le Pen español’, o asegurar que se produjo un delito de rebelión en Cataluña. También si posteriormente aconsejó y avaló la reunión Torra-Sánchez del pasado jueves o la purga al abogado del Estado que sostuvo la tesis de la violencia durante el golpe separatista. Tampoco importa demasiado porque no hay mayores responsables de dichos bandazos que Pedro Sánchez y todo el aparato socialista que los secunda a pies juntillas. En todo caso, que la inclinación reverencial de Iván Redondo hacia el condenado Torra haya sido lo más comentado de la reunión con Sánchez da la medida de la diligencia con la que el debate público está asimilando la óptica asimétrica del PSOE, partido en el Gobierno, respecto a la amenaza nacionalista en Cataluña y en toda España.

Quienes nos dedicamos -poco, mucho o mediopensionista- a la comunicación, sabemos o nos cuentan que las imágenes tienen la capacidad de resumir un cúmulo de ideas con una potencia demoledora, difícil de lograr con palabras articuladas. Así, el fotograma del asesor monclovita todopoderoso honrando a Torra con ese saludo real casi conseguido dice varias cosas. Por ejemplo, que el Gobierno de España se arrodilla ante el gobierno autonómico más desleal y empeñado en dinamitar la convivencia entre españoles. O más, incluso, habida cuenta del inusual nivel de conocimiento de Redondo: los estrategas que diseñan la lapidación del PSOE a costa de la carrera de Sánchez apoyan ahora el blanqueamiento de quienes eran denostados en campaña electoral con la misma vehemencia que impostura. Y, sin embargo, ninguno de estos titulares haría plena justicia a la gravedad de lo escenificado en el Palau de la Generalitat.

Sánchez nos ha acostumbrado a la rápida digestión de sus mentiras. Cada giro agigantado empequeñece al anterior y cualquier intento de recopilación si no es en vano, resulta reiterativo. Pero no por ello hay que dejar de denunciarlo. El problema no es solo que el PSOE haya pasado de abominar del término ‘presos políticos’ a integrar en un Ejecutivo a ministros que así lo secundan, o que se haya olvidado de la crisis de convivencia que predicaba engañando a millones de españoles a propósito de sus planes para Cataluña. Lo verdaderamente desolador es que constatemos a diario la desaparición del PSOE de antaño mientras permitimos que sus parámetros sigan siendo los válidos para indicar el centro gravitacional de la política española. La ‘desjudicialización de la política’ no tiene absolutamente nada de moderado en España ni en ninguna democracia homologable. Tampoco puede responder nunca a una transacción ponderada entre dos partes. ¿Cómo se puede asumir como punto intermedio de un conflicto que el Estado de Derecho no opera en una frontera administrativa? Tratar de enmudecer a los jueces es, desde todo punto de vista, algo radical.

Eso es, ni más ni menos, lo que figura en el documento que Sánchez entregó, en nombre de todos los españoles, a Torra. Una claudicación que va mucho más allá de un gesto y que debería ser verdaderamente noticiable si no fuera porque el Gobierno está usando las instituciones para legitimar lo ilegítimo. Las partes de la negociación no son los gobiernos de España y de Cataluña, son los catalanes no nacionalistas quienes deben ser atendidos. Ni Torra ni ningún líder separatista pueden valerle a Sánchez como interlocutor por “Cataluña”, y ni mucho menos es el Gobierno de España quien debe llevar los deberes hecho a cita alguna, sino quienes se han saltado las leyes su compromiso por escrito de que acatan la Constitución, norma suprema ignorada deliberadamente y por segunda vez por el PSOE. El relato separatista y sus delitos han sido normalizados en apenas unas semanas para retroceder hasta cinco años en la verdadera solución al conflicto catalán: liberar a millones de ciudadanos del yugo nacionalista que soportan hace décadas y que, cuando parecían cerca de deshacerse de él, les ha vuelto a caer encima porque Sánchez y el PSOE compran un consenso ficticio cuyo precio es el silencio de media Cataluña.

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