THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Bisagras

«Hace ya muchos años, unos cuantos ilusos nos empeñamos en creer que un partido liberal y de cuadros ilustrados era posible en España. Error»

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Bisagras

Nueva cúpula de Ciudadanos.

Cuanto más se aproximan las elecciones de mayo -las cuales, por cierto, sólo son provinciales o municipales o catastrales, no hay que hacerse ilusiones-, más pereza da escribir sobre la política española. Los partidos están histéricos, cientos, si no miles de afiliados, mercenarios o compañeros de viaje se están jugando un empleo de lujo y aristocracia. Muchos están temblando ante la idea de volver al Instituto, al despacho de abogados, a las sinecuras sindicales, al taller o a la pura nada. Hay terror entre la casta, sobre todo a la izquierda que es donde hay más para perder.

Han comenzado ya los ataques feroces de las jaurías, con los dóberman personales o mediáticos desatados y babeando entre los colmillos. Ha bastado una estupidez del episcopal de Vox en Castilla para que se lanzaran hordas de indignados y todas las indignadas de carnet con el cuchillo entre los dientes. Al pobre tipo se le ocurrió decir que antes de abortar las embarazadas harían bien en escuchar el latido del corazón del feto. Conmovedor. Este hombre aún cree en los bellos sentimientos. No sabe que los sentimientos, si no llevan el nihil obstat de Sánchez, son heteropatriarcales.

De manera que ya se ve en qué va a consistir la campaña, las dentelladas de la izquierda y los mohines temerosos y castos de la derecha. Unos demostrando a quien quiera entenderlo que van a construir un nuevo país que se llamará Catespaña o Vascaluña, según, y los otros tratando de mostrar el horror de abortar a España y que antes se debe oír el latido de las provincias. Una comedia en la que ambos grupos se disputan los empleos mejor pagados del país a cambio de un escasísimo trabajo que, además, nadie controla. Y encima la Batet les ha regalado (¿se ha regalado?) un móvil de futbolista.

«El país sólo da para dos cromos, los del Barça y los del Real Madrid»

Esta es la razón por la que, hace ya muchos años, unos cuantos ilusos nos empeñamos en creer que un partido liberal y de cuadros ilustrados era posible en España. Error. El país sólo da para dos cromos, los del Barça y los del Real Madrid. Si intentas poner en juego algo más complicado te escupen. Ya le pasó a Chaves Nogales durante la guerra civil.

Así y todo, a pesar de que Ciudadanos ha repetido los peores tópicos de la casta política española y de que aún ahora se están peleando por los huesos de un moribundo, yo los votaré siempre que pueda. Tarde o temprano alguien tomará el mando y reflotará un pecio que es del todo necesario para interponerse entre los hijos de Largo Caballero y los de Azaña. Interponerse.

En una ocasión, Lytton Strachey, uno de los mejores cerebros del grupo de Bloomsbury, fue juzgado como enemigo de la patria por un tribunal militar que le acusaba de no participar en la guerra contra Alemania, no por pacifismo como él decía, sino por cobardía (sissy, fue la palabra). Un coronel del tribunal le escupió: «Y si usted viera a un alemán asaltando a su hermana para violarla, ¿qué haría?». Strachey, con su más meliflua entonación y aleteo de mano, dijo: «Trataría de interponerme, mi coronel».

Interposición. Esa es la palabra.

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