THE OBJECTIVE
Francisco Pou

Nuestra etnia de vida asfaltada

‘Póngase usted en mi lugar’ tiene una expresión más gráfica y burguesa en inglés: ‘póngase usted en mis zapatos’. Como periodista hoy hago un esfuerzo por ponerme los del lector (incluso colegas) y ver la realidad de ese hormiguero después de la matanza. Todos descalzos.

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Nuestra etnia de vida asfaltada

‘Póngase usted en mi lugar’ tiene una expresión más gráfica y burguesa en inglés: ‘póngase usted en mis zapatos’. Como periodista hoy hago un esfuerzo por ponerme los del lector (incluso colegas) y ver la realidad de ese hormiguero después de la matanza. Todos descalzos.

‘Póngase usted en mi lugar’ tiene una expresión más gráfica y burguesa en inglés: ‘póngase usted en mis zapatos’. Como periodista hoy hago un esfuerzo por ponerme los del lector (incluso colegas) y ver la realidad de ese hormiguero después de la matanza. Todos descalzos. Y el pie de foto, más descalzó aún, es limitadao. Es el periodismo ‘flash’ con que hace uno un juicio ‘snack’ Mucho más si viene de África. Mucho más si los protagonistas van descalzos. No podemos ponernos ‘on their shoes’ porque no tienen más que callos.

‘Las tropas de Riek Masar’ han asaltado un mezquita, una iglesia y un hospital ‘donde se refugiaban civiles’ en Bentiu. Donde el petróleo. De dónde sale el asfalto. El mundo ‘con zapatos’ tiene dos líneas para conmoverse en dos segundos por 200 asesinados indefensos. Tiene, a continuación, una fracción de segundo para ese juicio sumarísimo (los buenos, los malos) y dar un carpetazo a los 200 cadáveres (mejor no verlos y no herir la sensibilidad) y a Riek Masar.

De lo que el lector no tiene tiempo es de comprobar que Riek Masar niega tajantemente que sean sus tropas. Que Riek , que dejó su vida con dos carreras universitarias con zapatos Church en Londres para ser vicepresidente del nuevo Sudán libre, habla ahora con la prensa de Londres (el Financial Times, por supuesto) con un teléfono por satélite escondido entre los arbustos de algún bosque de algún lugar del cuerno de África. Tampoco de comprobar que Uganda tiene desplegadas sus tropas en Sudán, supuestamente independiente, como concesión del Presidente Salva Kiir, de etnia dinka. Que las tropas de Uganda han provocado 1 millón de desplazados en Sudán, donde ahora los homosexuales son ejecutados sin miramientos, como los enfermos, alumnos y civiles en los hospitales y escuelas de Bentiu. ¿Seguimos? Probablemente muchos han pasado ya a otras noticias. Por ejemplo la de Londres, la muerte de 4 niñas y la foto con peluches, homenaje en el asfalto, es más cercana. Más calzada.

‘Aquí la vida vale muy poco’. Es una advertencia que uno ha oído en países remotos. Sin ‘asfaltar’. En realidad, si tenemos en cuenta el valor de una vida aquí y en Londres, es también muy escaso. Probablemente valga menos aquí. Sólo vale, algo, si es de la burguesa ‘etnia del asfalto’.

Es muy ‘complicado’ saber las razones por las que ‘esa’ gente muere en África. Están lejos. Van descalzos… pasamos juicio, pasamos página. Así qué la vida en Europa vale también muy poco cuando no sabemos las razones para vivir. En Londres o en Africa. Cuando no hay razones para vivir, la cultura mata; antes de nacer, antes de curar, antes de morir, antes de que sepamos de que etnia se trataba…

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