THE OBJECTIVE
Gerardo Cabrera Campos

¡Oh, el ébola! ¡Mi capitán!

Pensemos que ellos son solo dos personas más que se van, pero quedan millones en el vilo de irse o salvarse. Sí, esos de Siria, de Gaza o del África. Dejemos de lado la efigie del actor, y centrémonos en lo que simboliza la muerte de Miguel Pajares.

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¡Oh, el ébola! ¡Mi capitán!

Pensemos que ellos son solo dos personas más que se van, pero quedan millones en el vilo de irse o salvarse. Sí, esos de Siria, de Gaza o del África. Dejemos de lado la efigie del actor, y centrémonos en lo que simboliza la muerte de Miguel Pajares.

El 11 de agosto, el actor Robin Williams fue hallado sin vida en su casa de California, EEUU. Al día siguiente, la noticia de la muerte del sacerdote Miguel Pajares ha conmocionado a toda Europa, pues es el primer fallecido por ébola en el continente. Hay una cosa en común: el impacto que estas muertes ha generado en todos, al parecer. Uno mediático, el otro anónimo. En sí, la vida de un actor se ha forjado para espectáculo y la fama, mientras que la de un sacerdote se forja para la ayuda y la paz.

El trabajo de Pajares simboliza la responsabilidad y valentía de aquellos misioneros que viajan a lugares lejanos bajo un único fin: ayudar. Una valentía de la que pocos somos conscientes. El trabajo del simpático actor se enfocaba en un fin: entretener. Y por ello se le perdona sus adicciones y defectos. La prensa aprovecha a Robin para sacar grandes notas y fotogalerías; y lo de Miguel para explicar la situación de la epidemia del Ébola y las condiciones en que trabajan los misioneros.

Pensemos que ellos son solo dos personas más que se van, pero quedan millones en el vilo de irse o salvarse. Sí, esos de Siria, de Gaza o del África. Dejemos de lado la efigie del actor, y centrémonos en lo que simboliza la muerte de Miguel Pajares: una epidemia que ya ha causado la muerte de más de 1000 personas. Es incontrolable. Médicos sin Fronteras indica que se está propagando a una velocidad mayor a la capacidad de hacerle frente. ¿Es que no quieren dar la cura? Hay quienes aún creen en razones conspiratorias contra África.

Imaginemos ahora que, en el sitio que sea, el sacerdote, casi por impulso, le grite al actor: “!Oh, el ébola! ¡Mi capitán!”. Y se miren a la vez, no porque se conocen, sino porque el virus ya ha llegado a Europa, luego quizá a América, y así sucesivamente.

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