THE OBJECTIVE
Teodoro León Gross

Los JJOO y la España sanchista

«El fracaso de la candidatura de los JJOO en este 2022 se debe al ventajismo de Cataluña y las maniobras desleales desde Moncloa contra Aragón»

Opinión
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Los JJOO y la España sanchista

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán | Europa Press

Pues ya es una ironía que treinta años después del éxito de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, aquel año clave para la autoestima española recuperada en la Transición, haya coincidido el fracaso de una candidatura española de JJOO, esta vez de invierno.

Lo de 1992 fue todo un símbolo de aquella España modernizadora gobernada por el PSOE de Felipe, y lo de 2022 es un símbolo de la España desintegradora gobernada por el PSOE de Sánchez.

30 años después, así estamos.

Y no, esta vez no van a poder culpar al PP, ni siquiera a Putin, y tampoco al cambio climático o a los poderes oscuros que mueven los hilos desde los cenáculos de Madrid entre habanos y zancadillas. El proyecto de JJOO a celebrar en Cataluña y Aragón se negociaba entre una comunidad presidida por el PSOE y una comunidad presidida por los socios preferentes del PSOE de Sánchez.

El fracaso de la candidatura en este 2022 se debe al ventajismo de Cataluña y las maniobras desleales desde Moncloa siempre a favor de Cataluña frente a Aragón, comunidad a la que confiaban en hacer pasar por el trágala de un reparto discriminatorio, marca de la casa nacionalista, por agradar a los socios. Sánchez siempre ha estado más atento a la aritmética parlamentaria que a la equidad que él mismo había comprometido. El papel de Iceta se adivina en la trastienda del fracaso.

Y sí, Lambán es un barón díscolo, pero dejar solo a uno de los tuyos para favorecer a Esquerra en los juegos de equilibrios oportunistas define el estilo sanchista de gestionar el partido que el sábado quedó de nuevo en evidencia ante su Ejecutiva: no es el PSOE, es el sanchismo… y el sanchismo c’est moi!

La candidatura catalana ha sido desleal no ya con Aragón, sino con España. Una vez más. En definitiva se trataba de una candidatura española, que disfrutaría de una suculenta financiación a cuenta de todos los españoles, desde Canarias a La Rioja, desde Galicia a Murcia, como para terminar instrumentalizada al servicio de la causa nacionalista. Esto ya sucedió en 1992 con la bendición de Pujol. Claro que entonces Maragall aún no había olvidado lo que representaba y en Moncloa había un presidente como Felipe González que, dentro de los equilibrios territoriales, en ningún caso permitiría ir más allá de la dignidad del Estado. Ahora, si hay candidatura catalana en solitario, que la va a haber y de inmediato, será un aquelarre nacionalista sin la menor resistencia de Moncloa.

«Todavía 30 años después de aquellos grandes momentos de 1992, el sanchismo ha sido capaz de empeorar las cosas»

En 1992 ya mostraron al mundo el eslogan Freedom for Catalonia, aunque entonces nadie se tomó muy en serio aquellas pancartas ridículas y desahogadas, equiparándose al apartheid de Sudáfrica bajo la ficción chusca de una tierra sojuzgada cruelmente por el Estado. Pero han perseverado, invirtiendo ingentes recursos en escuela y propaganda, aprovechando además que siempre hay un idiota en un medio anglosajón –que no falte The New York Times– dispuesto a comprar esos relatos descolonizadores. Y treinta años después están en mejor posición para colocar ese bullshit.

Solo Aragón ha mantenido la dignidad negándose a una candidatura en la que su comunidad era la coartada para disfrazar de Juegos españoles lo que sin duda serían, y quizá serán todavía, unos JJOO nacionalistas de Cataluña. Sin equiparar a Lambán con Agustina de Aragón, al menos ha protagonizado una resistencia orgullosa y decente. El sanchismo ha tratado de que mordiera el polvo como comparsa en su política de intercambio de favores con ERC, siempre dispuesto a la España de dos velocidades.

çDe 1992, por cierto, quedó allí la gran fachada litoral y las rondas, las torres de comunicaciones, el Palau Sant Jordi, las instalaciones de remo en La Seu d’Urgell y Castelldefels, los pabellones de Badalona y Granollers, la primera remodelación del aeropuerto y del Port Vell… No es mal aliciente mientras además aprovechas para vender Freedom for Catalonia.

Alguien dijo que después de 1992 ya no teníamos derecho a volver a la mediocridad como país. Tras exhibir una gran imagen de España al mundo con la Expo y los Juegos, ya no. Y vaya si lo hemos hecho veces. Entre el final agónico del felipismo, la mayoría absoluta cesarista de Aznar, el desastre de la crisis de 2008 con Zapatero, el naufragio moral del marianismo… y siempre los nacionalismos catalán y vasco, demasiadas veces hemos vuelto a la mediocridad como país. Y todavía 30 años después de aquellos grandes momentos de 1992, el sanchismo ha sido capaz de empeorar las cosas. 

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