THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

La crisis, dentro de nueve meses

«El 28 de mayo se celebran elecciones municipales. Ese día, temen algunos socialistas, puede producirse el llanto y el crujir de dientes en el sanchismo»

Opinión
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La crisis, dentro de nueve meses

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press.

Días de especulación sobre la fecha de la crisis de Gobierno. Mejor no entrar en ese capítulo, por muchos indicios que se tengan, que los hay, porque la última palabra la tiene siempre el presidente. 

Sánchez desmiente que vaya a remodelar su equipo, pero la palabra de Pedro Sánchez es probablemente la más devaluada de los cuarenta y tantos millones de españoles. Nunca ha habido un político que mienta tanto, asunto grave cuando se trata del jefe de gobierno. Es evidente que un presidente nunca puede mostrar determinadas cartas, entre ellas cuándo tiene pensado hacer la crisis o cuándo convocar a las urnas, pero hay fórmulas para no responder a lo que se le pregunta sin necesidad de mentir. 

Sin embargo, sí hay una fecha marcada en el calendario como día en que se producirá una crisis de imprevisibles consecuencias: el 28 de mayo. Ese domingo, dentro de nueve meses, se celebran las municipales y las autonómicas en las regiones cuyos estatutos no recogen la competencia de sus presidentes para convocar elecciones. Y ese día, temen los socialistas que se atreven a confesar sus inquietudes, puede producirse el llanto y crujir de dientes en el sanchismo.

No hace falta ser muy perspicaz para percibir que el presidente de Gobierno se encuentra en mal momento. Ha asumido la estrategia de los presidentes sin muchas luces políticas, hacer oposición a la oposición. Con alguna incursión demagógica de supuesta aproximación a la ciudadanía, como esa visita a La Palma con la que pretende expresar su solidaridad con los palmeños y su preocupación por la tragedia volcánica de esa isla que esperaba mucho más de un Gobierno que prometió todo lo prometible pero no ha firmado los decretos que ayudarían a paliar los efectos de la catástrofe. El traslado a La Palma era obligado cuando se encontraba disfrutando en Lanzarote del lujosísimo retiro de La Mareta, el complejo y mansión que regaló el rey Hussein de Jordania al Rey Juan Carlos y que se incorporó a Patrimonio del Estado.

«Ni siquiera la oposición a la oposición la está haciendo Sánchez con inteligencia»

Ni siquiera la oposición a la oposición la está haciendo Sánchez con inteligencia, debe pensar que los españoles que siguen los avatares políticos son olvidadizos, y no recuerdan las muchas propuestas que ha presentado Feijóo sobre medidas de ahorro energético -cuando Sánchez no las contemplaba-, por mencionar lo más actual; o las negociaciones sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial, peripecia que Moncloa intenta llevar a su terreno filtrando un documento que a quien deja en una posición imposible es al propio Gobierno, ya que como bien dice el PP si había firmado ese papel con García Egea, por qué no lo utilizó como argumento en lugar de iniciar otras negociaciones con el nuevo PP.

Al sanchismo se le están rompiendo las costuras, y su problema es que ha aparecido un señor que ha dado la vuelta al principal partido de la oposición sin sacar pecho presumiendo de renovación. Lo ha hecho Feijóo contando con gente de su confianza, pero abriendo el abanico a personas que habían formado parte del equipo de Casado, y también a dirigentes con larga historia en el PP y que tenían todavía mucho que aportar, aunque un Casado poco fino los trató como jubilados. 

Feijóo además suma votantes de Vox, de Ciudadanos y, lo que más puede preocupar a Sánchez, votantes del PSOE e incluso de Podemos. Y a ver qué pasa con el PNV si Feijóo gana las elecciones; porque Sánchez hace las cuentas pensando que le apoyarán los socios de siempre, pero el PNV tiene buenas relaciones con el político gallego y además no está nada contento del empujón de Sánchez a Bildu que, no es ningún secreto, aspira a presidir el nuevo Gobierno vasco en coalición con Podemos y los socialistas.

Mayo es fecha marcada en el calendario político. Fecha difícil para Sánchez, que podría afrontar situaciones delicadas antes del domingo 28. Si los sondeos insisten en que el sanchismo está para el arrastre, no sería imposible un levantamiento de dirigentes socialistas muy capaces que no piensan quedarse de brazos cruzados ante un presidente que les conduce al abismo. Sánchez cambió los estatutos para que la ejecutiva no le pueda volver a echar, pero hay otras fórmulas para ponerle en un aprieto, como por ejemplo bloquear iniciativas legislativas desde su propio grupo parlamentario. 

Tiene sus incondicionales, en el Gobierno y en el grupo, en unos casos por servilismo que consideran lealtad, en otros para no perder las prebendas de ser alto cargo y, en muy pocos, poquísimos casos, por lealtad real. Pero si Sánchez saliera más de su círculo, comprobaría que el desafecto hacia su persona es muy generalizado. Y la preocupación ante sus disparatadas políticas, máxima. 

No cuela echar la culpa a Feijóo de los males del infierno. Como dice el anuncio, la mayoría de los españoles hacen suyo eso de «yo no soy tonto».

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