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Esperanza Aguirre

Hay que convocar elecciones

«Es una irresponsabilidad que este Gobierno, formado por partidos antisistema, continúe año y medio más tomando medidas que sólo dividen a los españoles»

Opinión
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Hay que convocar elecciones

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press.

En 2019 se celebraron en España dos elecciones generales, en abril y en noviembre. En las primeras, Pedro Sánchez tuvo 7,5 millones de votos y 123 diputados, y en las segundas, 6,8 millones y 120 diputados. Esos resultados mostraron que en sólo seis meses había perdido el 9% de apoyos, pese a que había forzado esas segundas elecciones convencido de que sus resultados iban a mejorar.

Ya se ha contado miles de veces pero no está de más recordar de nuevo que a estas segundas elecciones Sánchez se presentó con la firme promesa de no pactar nada con los neocomunistas de Podemos, porque un gobierno con ellos le quitaría el sueño, y jamás con los herederos de ETA (por cierto, no sé por qué les llamamos los herederos de ETA cuando son los mismos). Su indisimulable fracaso electoral de noviembre excitó en él esa vena que ya conocemos bien de ira y de arrogancia y al día siguiente anunció que los que le iban a quitar el sueño iban a ser sus compañeros de gobierno y que para conseguir su investidura contaba con los etarras.

Hace más de 40 años, Tierno Galván, con un cierto cinismo no exento de algo de sentido del humor, declaró que las promesas electorales estaban hechas para no cumplirse. No sabía el llamado viejo profesor que cuarenta años después un presunto socialista (y digo lo de presunto porque está por ver lo que a Sánchez le queda de socialdemócrata) iba a hacer de sus promesas electorales la exhibición de mentiras más escandalosa que se recuerda.

Sustentado sobre esas mentiras, Sánchez formó su gobierno Frankenstein, en coalición con los seguidores de Hugo Chávez y Maduro, a los que concedió cinco carteras ministeriales, entre las que se encontraba la fundamental de Trabajo, que recayó en una militante del actual Partido Comunista de España (nada que ver con el eurocomunista de la Transición), que en su primera rueda de prensa demostró que no sabía siquiera lo que era un ERTE.

«El único programa claro que tenía era convertirnos en súbditos sumisos»

Y con esos bueyes en enero del 20 se puso a arar. Pero arar desde La Moncloa significa gobernar y eso ya son palabras mayores, Sobre todo porque, como dejó dicho Harold Macmillan cuando le preguntaron cuál había sido el mayor problema que se había encontrado en sus muchos años de primer ministro en el Reino Unido, cuando se gobierna, aparecen los events (acontecimientos imprevistos).

Porque el gobierno que había formado Sánchez, con Pablo Iglesias de gran ideólogo, el único programa claro que tenía era el de cambiar la forma de pensar de los españoles para convertirnos en súbditos sumisos de los dogmas del neomarxismo bolivariano.

Y allí apareció en primer event: la pandemia. ¡Ah, amigo!, eso había que gestionarlo, y el ministro de Sanidad era un señor, al que le había dado un ministerio, normalmente inane, para promocionarle de cara a futuras elecciones autonómicas de Cataluña. La gestión de la pandemia fue catastrófica. Aunque no se ha querido hurgar demasiado en ello, las cifras no admiten discusión: España ha sido, porcentualmente, uno de los países con mayor número de muertes, uno de los países en el que la economía se ha derrumbado más y es el que más está tardando en salir del hoyo en que caímos. Ahí están las cifras: 

Inflación: 10,8%.

Paro: 12,8% (la media europea es el 7,6%).

Paro juvenil: 27,9% (el doble de la media europea).

Deuda Pública: 1.475.000.000.000 euros, es decir, el 117% del PIB.

Déficit: 7%.

En definitiva, España está en todos los indicadores en los peores puestos de Europa.

Además, la pandemia nos permitió ver en plenitud el carácter y las formas autoritarias y dictatoriales de Sánchez, al que se le veía feliz en sus intervenciones públicas, siempre con preguntas absolutamente controladas, dando órdenes de nuevas prohibiciones y reiterando unos estados de alarma que el Tribunal Constitucional ha terminado por calificar de anticonstitucionales.

Dos años después, a aquel event se le ha juntado otro: la guerra de Ucrania. Una guerra que ha venido a acentuar la grave crisis económica y energética en la que ya estábamos instalados hace más de un año, y no hay más que recordar la imparable subida del recibo de la luz que sufrimos, a pesar de las solemnes declaraciones de Sánchez de que íbamos a pagar lo mismo. Y otra vez, ante esta profunda crisis, el gobierno Frankenstein, con Sánchez a la cabeza, está demostrando su incapacidad, su autoritarismo sectario y su torpeza. De hecho, no puede salir a la calle.

Incapacidad para abordar el problema en profundidad y plantear soluciones serias para un problema capital, el de la energía, de modo que en España podamos tener una energía limpia, abundante y barata, como la nuclear.

Autoritarismo sectario porque sólo se le ocurren medidas coercitivas contra los ciudadanos, sin contar con los sectores interesados ni con los partidos de la oposición.

Y torpeza infinita a la hora de manejar nuestras relaciones internacionales y provocar la enemistad con Argelia, el país que, a corto plazo, podría vendernos gas a mejor precio del que estamos comprando.

«El Gobierno de Sánchez ha dado pasos que acaban con el espíritu de reconciliación de la Constitución del 78»

Por todo esto creo que ha llegado el momento de que se convoquen elecciones generales cuanto antes. El Gobierno de Sánchez estaba pensado para llevar a cabo una revolución ideológica y, desgraciadamente para España y los españoles, ha dado pasos muy siniestros en esa dirección: la Ley de Memoria Democrática, la nueva Ley de Educación (que debería llamarse de Adoctrinamiento), el reconocimiento de ETA como aliado, la alianza constante con los golpistas catalanes y la desaparición de la socialdemocracia. Estos pasos tremendos, que, entre otras cosas, acaban con el espíritu de concordia y reconciliación de la Constitución del 78, es imprescindible que, cuanto antes, se sometan al escrutinio de los españoles.

Pero además, no es menos imprescindible que los españoles elijamos un gobierno que tenga claras cuáles deben ser sus políticas, en materia de defensa (estamos viviendo una guerra terrible y en España tenemos ahora un gobierno en el que cada ministro dice una cosa distinta y opuesta de esta materia), en materia energética, en materia económica, en materia educativa, en materia territorial y, en general, en todo.

Es una irresponsabilidad que este gobierno, formado por partidos que expresamente se manifiestan como antisistema y anticonstitucionales y que ha demostrado cumplidamente su impericia a la hora de gestionar los events con los que se ha encontrado, continúe año y medio más tomando medidas que sólo han demostrado que sirven para dividir a los españoles y para fomentar la descalificación de los adversarios.

¡Elecciones generales, ya!

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