THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Siempre igual

«La deslealtad y la ausencia de principios éticos es el rompecabezas tradicional de España y sabemos a qué llevó la unión de socialistas y nacionalistas en el siglo XX»

Opinión
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Siempre igual

El dirigente socialista Francisco Largo Caballero durante la guerra civil. | Archivo

A veces se olvida que los problemas que traen consigo las provincias levantiscas son cosa muy antigua. Ya en el siglo XVII, con Felipe IV y el conde-duque, una de las causas del desastre final fue la imposibilidad de confiar en los grupos dirigentes de Barcelona o Bilbao. Ya entonces ambas regiones deseaban gozar de las ventajas de un imperio global, pero sin aportar ni un ducado ni una leva. No era un problema de «nacionalismo» porque entonces no existía tal cosa, sino de deslealtad y egoísmo de unas oligarquías indignas de confianza. Las cosas siguen igual. Mientras se les vaya comprando y satisfaciendo los caprichos a la clase dirigente, ésta mantendrá su discurso desleal, pero no romperá la baraja. Saben que cuanto más se les da, más pueden pedir porque sólo entienden una relación de poder y debilidad. Cualquier concesión del Gobierno central es, para los secesionistas, una muestra de debilidad.

La pregunta creativa es, más bien, qué sucedería si se fueran. Ya ha habido voces que lo han pedido: que se vayan. Es interesante especular. ¿Y si lo hicieran? ¿Se convertirían en colonias del imperio ruso? ¿En protectorados franceses? ¿Optarían por crear paraísos fiscales? ¿Iniciarían guerras de conquista por todo el levante y las islas? Nadie lo sabe y mucho menos los dirigentes de la secesión dado que en ese preciso instante dejarían de pertenecer a la Unión Europea. ¿Qué planes tienen preparados?

«¿Hay fuerzas suficientes dentro del PSOE para defender la tendencia socialdemócrata?»

Ese es el rompecabezas tradicional de nuestro país, la deslealtad y la ausencia de principios éticos. Las mismas dudas nos asaltan cuando pensamos en las próximas elecciones españolas. De haber un resultado favorable a los conservadores, pero sin mayoría absoluta, ¿respetaría el resultado el actual conglomerado progresista? ¿O lanzaría sus huestes a la calle para hacer imposible el gobierno? Los ensayos que se suceden todos los meses en Barcelona, con la ciudad en llamas, indican lo que se puede estar planificando. Porque en este caso, no hay duda: las tendencias más confusas y totalitarias de la izquierda han planeado ya su asalto a las ciudades y han hecho prácticas.

Quedaría todo en la balanza del Partido Socialista. Y esta es la cuestión más peligrosa. Ha habido siempre, en el PSOE, una tendencia socialdemócrata y otra totalitaria. El caso paradigmático es el de Largo Caballero cuando trató de imponer la dictadura estalinista en España. ¿Qué pasaría en la actualidad? Sin duda el sanchismo, que es un socialismo amoral y oportunista, no es digno de confianza. Pero, ¿hay fuerzas suficientes dentro del PSOE para defender la tendencia socialdemócrata? Hoy por hoy no conocemos un solo mando socialista que defienda esa postura y se presente como alternativa a los herederos de Largo Caballero. Por eso el peligro de autocracia es, ahora, extremo. La unión de socialistas y nacionalistas sabemos a dónde llevó al continente durante el siglo pasado.

Sobre la muy antigua disputa entre las provincias levantiscas y el gobierno central ha escrito estudios magistrales John H. Elliott. No creo que haya mejor trabajo que el muy extenso El Conde-Duque de Olivares (Crítica). La mejor introducción a los problemas actuales de España. Porque, aunque parezca mentira, apenas nada ha cambiado.

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