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Esperanza Aguirre

Leguina y el zar de La Moncloa

«¿Quién ha traicionado a la socialdemocracia: Leguina, que ha seguido la evolución intelectual y honesta de un hombre rebelde, o el infatuado Sánchez?»

Opinión
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Leguina y el zar de La Moncloa

El expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, y la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, conversan en un acto de homenaje a la Constitución. | Alberto Ortega (EP)

La deprimente eliminación de la selección española de Luis Enrique del Mundial de fútbol ha hecho que la noticia de la expulsión del PSOE de Joaquín Leguina pasase relativamente desapercibida. Sin embargo creo que la trascendencia política y social de esta expulsión es mucho mayor que el ridículo de nuestro combinado nacional futbolístico.

No sé cuántos militantes de verdad, de los que están al corriente del pago de sus cuotas, tiene el PSOE. Eso suele ser un secreto muy bien guardado por todos los partidos. Sí sé, porque con motivo de la reciente reunión en Madrid de la Internacional Socialista se hizo público, que más o menos la mitad de los ciento y pico partidos inscritos en esa organización llevaban tiempo sin pagar las cuotas para pertenecer a ella. Señal de que los socialistas tienden a ser pródigos con el dinero ajeno (ya se sabe que «el dinero público no es de nadie») pero roñosos cuando se trata de rascarse el propio bolsillo.

Por eso no sé cuántos militantes tiene el PSOE a estas horas. Pero de lo que sí estoy totalmente segura es de que pocos, muy pocos, han hecho por ese partido tanto como Joaquín Leguina.

Para empezar, muy pocos de los dirigentes socialistas y de los que comen del presupuesto por ser cargos elegidos en sus listas pueden presumir de poder ganarse la vida al margen de la política, algo que sí puede hacer Leguina, que es, por oposición, ¡y qué oposición!, Estadístico Facultativo del Estado desde 1969.

«Leguina es de los pocos que puede presentar una hoja de oposición real al franquismo»

Para seguir, Leguina es de los pocos que puede presentar una hoja de oposición real al franquismo, cuando existía el franquismo y no ahora que hace 47 años que está muerto. Su militancia en el Frente de Liberación Popular (el Felipe) desde el año 62 no tiene nada que ver con la del PSOE, tanto el histórico como el renovado, que ni estaba ni se le esperaba en la resistencia frente a Franco.

Leguina en 1977 entra en el PSOE, procedente de Convergencia Socialista, una efímera organización creada en 1974, en la que también estuvieron Juan Barranco, Miguel Ángel Fernández Ordóñez y Emilio Lamo de Espinosa. Y en las elecciones municipales de 1979 va de número 6 en la lista socialista, con Tierno Galván de número uno. Aunque las elecciones las gana UCD, con José Luis Álvarez de cabeza de cartel, la unión de socialistas y comunistas, con Ramón Tamames de líder (¡qué tiempos!), dio la alcaldía a Tierno.

Tierno, que no tenía un pelo de tonto, elige a Leguina, que es doctor en Económicas por Madrid y por la Sorbona, para que se haga cargo de la Delegación de Hacienda Municipal. Lo va a hacer tan bien, que, cuando se convocan las primeras elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid, su partido (no sé si escribir su ex partido) le lleva de candidato a la Presidencia. Y arrasa, con 50,4% de los votos de los madrileños.

Durante tres legislaturas seguidas, hasta 1995, Leguina va a presidir la Comunidad de Madrid y, además, bajo su presidencia se va a articular el funcionamiento de esa nueva institución, que se había creado al amparo de la Constitución del 78.

Pero el papel de Leguina dentro del PSOE no se ha limitado nunca al de ser un apparatchik ciego, a las órdenes de los que mandan, es decir, de los que hacen las listas y así dar un sueldo al que va en ellas. Leguina, por su formación y por su natural crítico y rebelde, es de los pocos que siempre ha tenido ideas y, en la medida de las posibilidades para opinar que dan los partidos, ha procurado exponerlas en los órganos internos y, lo que es más importante, las ha expuesto en multitud de artículos, publicaciones y libros.

«¿Habrá algún socialista que, al ver todo esto, sea capaz de enfrentarse al zar de La Moncloa?»

Acaba de anunciar que no se va a quedar callado, pero es que no se ha callado en su vida, y ahí están sus más de 15 libros de ensayo en los que ha ido analizando en profundidad, con inteligencia y con conocimiento de causa lo que ha pasado en España los últimos treinta años. Por cierto, escritos con una cortesía exquisita para con el lector, porque se le entiende todo.

Ahora, Pedro Sánchez en la cúspide de su fatuo narcisismo, él, que no ha hecho otra cosa que heredar un partido, cuyos mejores valores son los que adquirió cuando Leguina estaba entre sus dirigentes, ha decidido expulsarlo. No me cabe duda de que es la venganza que, desde la borrachera de poder en que está inmerso, ha querido tomarse porque no ha sido capaz de tragarse el último ensayo del ahora expulsado, Pedro Sánchez, la historia de una ambición, en el que desmonta cómo se fraguó la deriva socialista para convertir la que tenía que ser la opción socialdemócrata española en la punta de lanza de una coalición antiespañola.

Ése es el fondo de la cuestión y de esta expulsión: ¿quién ha traicionado a la socialdemocracia: Leguina, que ha seguido la evolución intelectual y honesta de un hombre siempre rebelde y que ama la libertad y a España por encima de todo, o el enfatuado Sánchez, que, encantado de haberse conocido y de que le aplaudan y utilicen podemitas, golpistas y terroristas, ha hecho suyos los ideales y objetivos de toda esta tropa?

Termino con otra pregunta: ¿habrá algún socialista que, al ver todo esto, sea capaz de enfrentarse al zar de La Moncloa? Aquí tienen la ocasión de retratarse moralmente.

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