THE OBJECTIVE
Guadalupe Sánchez

¿Se preparaba otra 'Marcha Verde' en Melilla?

«Podríamos estar ante un movimiento de enorme trascendencia, manejado desde Rabat, con la finalidad declarada de poner en cuestión la españolidad de Melilla»

Opinión
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¿Se preparaba otra ‘Marcha Verde’ en Melilla?

Detenciones en Melilla por la presunta compra de votos por correo.

En los últimos días, los españoles hemos asistido atónitos a lo que las portavocías institucionales y algún que otro verificador nos habían asegurado que era imposible que sucediera en nuestro país: un intento de fraude electoral mediante la compra del voto por correo. 

Aprovechando que la ley electoral española – LOREG- sólo contempla la exigencia de exhibir el DNI en la oficina de correos para retirar el voto, pero no para entregarlo, una red había puesto en marcha los engranajes para adulterar el resultado de las elecciones en Melilla, pagando entre 50 y 200 euros por papeleta. Esto se tradujo en larguísimas colas ante las oficinas postales melillenses y en episodios de asaltos a los carteros encargados de repartir el voto por correo. Las hileras de personas en las puertas de Correos desaparecieron en cuanto la Junta Electoral de Zona acordó excepcionalmente exigir el documento identificativo al entregar el voto. Los robos a los carteros terminaron en cuanto se les asignaron escoltas.

La investigación de la trama fraudulenta apunta al partido Coalición por Melilla, que surgió en 1995 tras escindirse del PSOE melillense sus dirigentes musulmanes. Siempre se les ha tildado de promarroquíes y en la actualidad gobiernan en coalición con los socialistas y un presidente que militaba en Ciudadanos. Se ha detenido al yerno de su actual líder, Mustafá Aberchán -exsocio de Jesús Gil y Gil- y al consejero de Distritos, Juventud y Participación ciudadana, Mohamed Ahmed Al-lal. En las últimas horas hemos conocido que intentaron sobornar a funcionarios de Correos de Barcelona para extraer de Melilla las sacas de votos por correo y remitirlos después a las urnas desde diferentes oficinas del norte de España

«Un movimiento que aprovecharía el agujero punitivo existente en España tras derogar Sánchez la sedición»

Es tal la entidad del fraude electoral que se estaba ejecutando en Melilla, que me lleva a plantear, como hipótesis en absoluto descartable, que no sólo se pretendía garantizar el gobierno de un determinado partido político en la ciudad autónoma, sino que podríamos estar ante un movimiento de enorme trascendencia, manejado desde Rabat, con la finalidad declarada de poner en cuestión la españolidad de Melilla. Una suerte de tumultuaria -pero pacífica- Marcha Verde cocinada desde dentro, que precedería a la abultada victoria del partido promarroquí y que aprovecharía el agujero punitivo existente en España tras derogar Sánchez la sedición para dificultar la reacción de otros poderes del Estado. Sin herramientas penales para frenar las reivindicaciones institucionales y callejeras melillenses, las restantes opciones disponibles, como la invocación del art. 155 de la Constitución para cesar a los líderes sediciosos y suspender la autonomía, se me antojan harto complicadas (más aún teniendo en cuenta las deudas que el gobierno actual parece tener con el país marroquí).

En este escenario, la consecuencia tras las multitudinarias reivindicaciones promovidas desde el nuevo gobierno autonómico proclamado por las urnas el 28-M acabaría siendo la renuncia española a la soberanía sobre Melilla, que no se presentaría como una cesión a presiones o chantajes de Marruecos, sino como la materialización de las aspiraciones democráticas del pueblo melillense. Ni habría invasión, ni se derramaría una sola gota de sangre: sería un proceso apenas traumático para el conjunto de los españoles -excepcionando a parte de los melillenses- pero igual de efectivo. Sé que a priori a muchos les parecerá una teoría disparatada, pero lo cierto y verdad es que sería una sucesión de acontecimientos perfectamente plausibles.

Para empezar, Melilla concentra en tan sólo 12 kilómetros cuadrados a casi 83.000 habitantes, de los cuales unos 12.000 son extranjeros, buena parte de ellos marroquíes: de 2008 a 2019 el crecimiento de personas de esa nacionalidad superó el 41%, hasta el punto de que hay distritos donde los extranjeros suponen cuatro de cada diez habitantes. Según los datos de la última EPA, la tasa de paro supera el 26%. Entre jóvenes menores de 25 años es del 55% y de menores de 20, el 100%. Para terminar, la criminalidad en la ciudad autónoma está por encima de la media española, con un aumento significativo en los homicidios dolosos o asesinatos en grado de tentativa (según los balances de criminalidad correspondientes al año 2022 publicados por el Ministerio del Interior). Un polvorín en ciernes, si me permiten la expresión.

«El amaño que se estaba preparando es de tal calibre, que es difícil creer que persiguiesen sólo ganar las elecciones en Melilla»

Pero volvamos a la polémica del fraude por correo. Si hacemos caso a las noticias publicadas con base a lo manifestado por la delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, la compra de votos afectaría a un altísimo volumen de las papeletas registradas en las oficinas de Correos, superando los 10.000 votos sobre un censo de 55.187 ciudadanos residentes en la ciudad autónoma con derecho al sufragio. Siempre según la delegada, podríamos estar hablando de un tercio de los representantes de la Asamblea de Melilla -si se toma como referencia el número de votantes en los comicios de 2019, cuando votaron unas 34.000 personas-. La envergadura del amaño electoral que se estaba preparando es de tal calibre, que es difícil creer que persiguiesen únicamente ganar las elecciones en Melilla. Para eso no hacía falta una manipulación tan masiva y ni mucho menos movilizar centenares de miles de euros para comprar votos. Algunas estimaciones superan el millón y habrá que preguntarse de dónde salen.

Por otro lado, Marruecos tiene ya experiencia organizando alzamientos tumultuarios que afectan a los territorios españoles en África. En 1975 invadió el Sahara español aprovechando que Franco agonizaba en su lecho de muerte. En octubre de ese año, 350.000 marroquíes convocados por el rey Hassan II marcharon sobre el extremo occidental del desierto en lo que se conoció como la Marcha Verde. El resultado fue satisfactorio para los intereses del reino alauita, pues España se comprometió a abandonar aquella colonia y ceder su soberanía a Marruecos. La posibilidad de una reedición posmoderna de algo similar, incorporando las variaciones necesarias para que fructifique, la tenemos ante nuestras narices.

Ya ven que, contra lo que en un principio pudiera parecer, no falta ni uno sólo de los ingredientes para preparar el caldo y llevarlo a ebullición. Y la mera posibilidad de que algo así pudiera suceder debería obligarnos a reflexionar sobre la imperiosa necesidad de reformar tanto la LOREG en lo referente al voto por correo, como el Código Penal para volver a tipificar como delito la sedición. O incluso reformar la Ley de Partidos para poder ilegalizar a las formaciones políticas implicadas en fraudes electorales de una forma similar a la prevista para las que presentan vínculos con el terrorismo. Si es que a nuestros dirigentes les interesa de verdad garantizar la limpieza del proceso electoral, claro.

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