THE OBJECTIVE
Nestor Barreira

Otro dirigente torpe

Viktor Orbán parece que se ha puesto a la cabeza de los linchadores. Se está pensando instaurar la pena de muerte.

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Otro dirigente torpe

Viktor Orbán parece que se ha puesto a la cabeza de los linchadores. Se está pensando instaurar la pena de muerte.

Gente como el Presidente Orbán no le hace ningún favor a la clase política. Un señor asesina a una joven estanquera  en Hungría. El país en shock exige justicia como no puede ser de otra manera y se alteran los ánimos. Ahí es cuando los dirigentes demuestran su talla política y llaman a la calma.

Viktor Orbán parece que se ha puesto a la cabeza de los linchadores. Se está pensando instaurar la pena de muerte.  En palabras finas dice que “Hungría debería mantener la pena de muerte en su agenda”. Su agenda se le queda corta porque también tiene que apuntarse sus intentos de minar la independencia de su banco central, la sustitución de jueces por otros más afines a él, medidas intimidatorias contra la prensa de su país… Vamos que se está aplicando el buen hombre.

No le basta con ser europeo. Cree que acercarse a los Estados Unidos de esta manera le convierte en un ser más moderno. El 56 por ciento de los americanos siguen apoyando esta medida pero desde las instituciones europeas ya le han dicho a Viktor que aquí esto “no-es-negociable”. “La pena de muerte pertenece al pasado” sentenció el presidente del grupo popular en la Eurocámara, Manfred Weber.

Europa está siendo tibia en la respuesta. El año pasado se puso en marcha una serie de medidas para calibrar la calidad democrática de los estados miembros. ¿Cómo se mide eso? No lo sabemos. Tendremos que esperar a que los señores de Bruselas saquen de regla y cartabón, empiecen a medir y digan cómo se sanciona o castiga a alguien que lleva a su país hacia derivas totalitarias.

Y como Viktor se aburre está pensando  en hacer un referéndum  para que los ciudadanos digan si creen que los inmigrantes abusan de las reglas de asilo y si habría que internar a los ilegales en campos de trabajo.

Conclusión. Me da que la mayoría de los europeos y en este caso de los húngaros están convencidos que la pena de muerte atenta contra el Estado de Derecho que tanto nos ha costado construir. El problema es gente como Orbán.

Solución: Habría que hacer otra consulta a ver qué hacemos con dirigentes tan torpes o más bien peligrosos como él.

 

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