THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

Pablo es tu pastor

«Lo que quieren Pablo y su hato de seguidores es un régimen en el que Pablo tiene todo el poder, y los demás nos sometemos a sus mandatos»

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Pablo es tu pastor

Kiko Huesca | EFE

Salvados abre una nueva etapa, sin el follonero. Para que la grey dé por bueno al nuevo presentador, Gonzo, han resuelto entrevistar a su pastor, que es Pablo Iglesias. Él abre la nueva temporada, y el espectador se reconforta en su sillón, pensando que nada le falta.

O quizás sí, porque el vicepresidente segundo del Gobierno lleva ya un año en el poder. Y es cierto que él asume con desenfadada desvergüenza que lo que dice y lo que hace son caminos independientes. Cabalgar las contradicciones, lo llama él. Pero su rehala, por muy dócil que sea ante el cayado, puede preguntarse para qué le han votado, si la luz va a subir un 27 por ciento, si la próxima reforma de las pensiones supondrá una rebaja media del 6 por ciento, si han aprobado una renta mínima para nadie, y un salario mínimo que recuerda al de años anteriores.

«Yo, vuestro humilde pastor, me he dado cuenta de que en la pradera hay manadas de lobos. Tengo mis ropajes rasgados por sus garras, pero no he podido vencerlos a todos. Bajad la cabeza y pastad cuanto podáis». Por eso es tu pastor, pero no el mío. Porque yo no bajo la cabeza.

«Yo quiero decir la verdad a la gente», dice Zaratustra. Pablo se ha dado cuenta de que «estar en el Gobierno no es estar en el poder». Porque en sus empeños por llevar a cabo sus planes, Pablo se enfrenta a que otras personas ¡también tienen los suyos! Esta realidad «nos habla de una democracia limitada». Una democracia, al fin, en la que el Gobierno no puede hacer lo que le da la gana cuando le da la gana, aunque haya tenido el refrendo de las urnas, o lo tenga en las mayorías parlamentarias. Un Gobierno, casi tiemblo al escribirlo, sometido a las leyes.

Esto, y no la ausencia de la cabeza del Rey por uno u otro motivo, es una república. La república es un régimen en el que todos, Gobierno incluido, están sometidos a las mismas leyes. Lo que quieren Pablo y su hato de seguidores es un régimen en el que Pablo tiene todo el poder, y los demás nos sometemos a sus mandatos. Eso no es una República, sino un régimen cuya presión envía a miles de españoles al exilio.

El exilio no es la existencia de prófugos que hurtan su presencia ante la Justicia porque se saltaron las leyes, como es el caso de Carles Puigdemont. Es verdad que Pablo comete el error de compararlo con los exiliados republicanos durante la dictadura de Franco porque Gonzo se lo pone en bandeja. También lo es que la pregunta podría estar pactada. Pero es extraño que Pablo, estando en el Gobierno, diga que haya exiliados. No es que esté confundiendo sus deseos de poder ilimitado, ¡lo dice él!, con la realidad. Sino que piensa que violar estas leyes que aún le sujetan a él no convierten a Puigdemont en un prófugo, sino en un exiliado. Ha tenido que huir «por llevar sus ideas hasta el extremo». Pablo no le condenaría por eso. Él también quiere llevar sus propias ideas hasta el extremo. Un extremo que acaba con un uniformado en la puerta de nuestra casa.

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