THE OBJECTIVE
Carlos Alvarado Salcedo

Pagar por morir

Detrás de la imagen del niño que apareció en la costa de Turquía hay toda una historia. Una historia de amor y de tristeza.

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Pagar por morir

Detrás de la imagen del niño que apareció en la costa de Turquía hay toda una historia. Una historia de amor y de tristeza.

Detrás de la imagen del niño que apareció en la costa de Turquía hay toda una historia. Una historia de amor y de tristeza. Amor, porque lo cierto es que el niño pudo nacer y comenzar a crecer; con la inocencia que caracteriza a todo infante que quiere ser algo en la vida, que tiene sueños, metas, aspiraciones; con el deseo de jugar con sus amigos en un parque, en una escuela, en una casa; con las preguntas curiosas de todo pequeño, esas que realiza continuamente a sus padres o a todo ser pensante que aparezca en su camino; con una familia, que en un momento dado nunca se imaginó todo lo que iba a suceder cuando el pequeño nacía. 

Tristeza por el entorno en el que fueron cultivándose sus sueños y donde fue perdiéndose su inocencia. Por todo lo que le habrá tocado ver antes de abordar esa patera en un viaje concertado por un padre desesperado. Y es aquí donde la historia del inocente, que será olvidado en menos de una semana, se entrecruza fatídicamente con la desesperación de su papá. Padre desesperado por tanta guerra, muerte, destrucción y angustia; por pérdidas que habrá tenido de familiares, amigos, conocidos; pérdida de todas las seguridades, de todo lo necesario para vivir dignamente. 

Aquí es donde la pérdida se convierte en desasosiego por ver que año tras año, tras el inicio de la guerra, nada parece mejorar sino que la tendencia es el empeoramiento inhumano de todas las condiciones posibles para vivir. Y su decisión se convierte en un acta de muerte sin saberlo. Abordan una patera, y la historia se detiene en ese naufragio. El tiempo se convierte en tragedia, en muerte y en sollozo: en lamentos y en preguntas, en resignación y en rabia. En fin…en silencio. 

Entonces es cuando nos enteramos, cuando las imágenes llegan a nuestros periódicos y medios. Su historia, la del pequeño y la de su familia, detenida por la muerte, se entrelaza con la indiferencia dinámica de la nuestra. Entonces, lloramos y nos consternamos, pero, ¿qué vamos a hacer? A esa pregunta tenemos que responder para ser justos y humanos, para ser hombro para esas lágrimas, para evitar que más lágrimas injustas se pierdan y más vidas que lloran en silencio se pierdan en el mar. Ojalá hagamos algo y pasemos a la acción.

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