
Nier: Automata es el mejor videojuego de la historia
“Nier: Automata es sencillamente el clásico inaugural del arte del siglo veintuno”

“Nier: Automata es sencillamente el clásico inaugural del arte del siglo veintuno”

“Se le llora también por el vacío que deja la inteligencia en un país que parece haber dado la espalda a los valores de la razón”

“Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que la muerte de quienes llevan décadas en la vida pública constituye un amargo recordatorio del destino común: su muerte es también la anticipación de la nuestra”

La única forma de corregir en el Congreso la pasividad de los españoles es que Ciudadanos asuma el reto por el cual se fundó, decida entrar en un Gobierno con Pedro Sánchez, y se traslade de una vez por todas la imagen de que el Estado está unido ante los grandes retos, como es el auge del nacionalismo catalán y vasco.

Mi intención es reflexionar humildemente sobre el vacío que deja Alfredo Pérez Rubalcaba, sobre la triste constatación de que el talento político perdido no se sustituye.

¿Pueden los socialdemócratas y los liberales torcer el vigoroso brazo de eurófobos y nacionalistas?

Fueron 20 días hablando (sin parar) con Rubalcaba.

De Alfredo Pérez Rubalcaba podría decirse que ha sido el socialista que siempre estuvo allí. Mandó más de lo que aparentaba y, bajo suaves formas de sonrisa perenne, llegó a dominar y engrasar los duros y desagradables resortes de un partido político con mando en plaza. Pasó de la pana campanuda al traje entallado siguiendo el ritmo trepidante con el que Felipe González ganaba elecciones al por mayor y por consiguiente. Pero si en el caso de González el peso del poder se tradujo en canas fotogénicas y ojeras de jet lag europeísta, a Rubalcaba lo vimos siempre igual: delgado, un tanto desgarbado, calva esplendente y con una sonrisa que basculaba entre la calidez y la somnolencia.

Alfredo Pérez Rubalcaba ha muerto, y con él se va el ser humano y entra el personaje histórico. Aunque lo cierto es que este político socialista y profesor de Química Orgánica de la Universidad Complutense de Madrid, nacido en un pueblo de Cantabria en 1951, tenía ya algo de leyenda en vida, especialmente durante los últimos años de su carrera política.