THE OBJECTIVE
Carlos D. Lacaci

Políticos al desnudo

El desnudo parece estar de moda. Para los publicistas, nunca ha dejado de estarlo. Saben bien que es un potente reclamo para los consumidores de las empresas que pretender promocionar sus productos o servicios, las cuales, encargan esas campañas publicitarias para potenciar sus ventas.

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El desnudo parece estar de moda. Para los publicistas, nunca ha dejado de estarlo. Saben bien que es un potente reclamo para los consumidores de las empresas que pretender promocionar sus productos o servicios, las cuales, encargan esas campañas publicitarias para potenciar sus ventas.

Quien aparece desnudo en esta fotografía es John Erik. Este hombre se ha presentado en varias ocasiones como candidato político para ocupar un cargo municipal y ahora se postula, ni más ni menos, a primer ministro de su país, Dinamarca.

Si los daneses toman como referencia el desnudo de su candidato con el que protagonizó en España el entonces desconocido Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, quizá vean ciertos paralelismos entre ambas formas de entender y acercar sus propuestas políticas a los electores.

El desnudo parece estar de moda. Para los publicistas, nunca ha dejado de estarlo. Saben bien que es un potente reclamo para los consumidores de las empresas que pretender promocionar sus productos o servicios, las cuales, encargan esas campañas publicitarias para potenciar sus ventas.

Ahora, también los políticos se han dado cuenta de ello. Efectivamente, después de invertir cientos de horas para conformar sus programas electorales, después de gastar cientos de miles de euros en múltiples estrategias de comunicación, algunos parece que han descubierto la pócima milagrosa para conseguir el deseado objetivo de seducir a los potenciales votantes: Desnudarse.

Cabría preguntarse por qué un hecho tan simple como un desnudo es capaz de concentrar la atención entre las personas.

Estoy convencido que los sociólogos, psicólogos e incluso publicistas, podrían facilitarnos respuestas muy atinadas a esta pregunta pero, aún a riesgo de exponer un diagnóstico equivocado, apuntaré dónde creo que puede estar la clave del éxito, cada vez que se desnuda un político ante la sociedad.

En la segunda acepción que hace la Real Academia Española sobre el verbo desnudar, dice: “Despojar algo de lo que lo cubre o adorna”, pues bien, aquí es donde creo que radica lo fundamental.

Los electores, la mayoría de los potenciales votantes en España y, seguramente, también en otros muchos países de Europa, están muy cansados, hartos, de los adornos y mentiras con las que se cubren, y llevan cubriendo durante años, todos aquellos políticos cuyas promesas electorales nunca han cumplido, traicionando la confianza de su electorado.

Por tanto, cuando un político se desnuda, se interpreta hora en clave de que se ha despojado de aquellas mentiras y adornos con las que otros tanto daño causaron a la sociedad y a la propia Democracia. Si bien es cierto que, sólo con denudarse, no vale. Eso, es muy fácil.

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