THE OBJECTIVE
Lorena Monton

Por derecho divino

Siempre pasa igual. Famosos, ya sea por su música, por sus películas o por los programas que presentan, acaban llevándose gratis lo que a los demás les cuesta tanto conseguir.

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Por derecho divino

Siempre pasa igual. Famosos, ya sea por su música, por sus películas o por los programas que presentan, acaban llevándose gratis lo que a los demás les cuesta tanto conseguir.

Preparar una boda lleva su tiempo. Meses decidiendo cada detalle para que el enlace sea perfecto, y de repente… ¡Adiós! Resulta que el presidente de tu país, Obama en este caso, necesita jugar al golf justo en los mismos metros cuadrados donde tú vas a dar el “Sí quiero”. ¿Cómo decirle que no? Evidentemente, la pareja a quien le ocurrió esto dejó la zona libre a su gobernante y se desplazó unos cuántos kilómetros para llevar a cabo la ceremonia. Ahora los recién casados agradecen al presidente que les llamara para disculparse. Y digo yo: eso es lo mínimo, ¿no?

Esto me ha recordado a lo que le sucedió a un conocido cuando fue de viaje con su familia a unas islas paradisíacas. Al llegar al complejo hotelero, le dijeron que no podía hacer uso de la playa privada porque un príncipe (de los de verdad)  también estaba allí. Así que tras mucho discutir, el individuo de quien hablo pudo bañarse en las aguas del lugar habiendo entregado, previamente, su teléfono móvil, cámara fotográfica y aparatos similares que pudiesen captar una instantánea del miembro de la realeza que por allí pululaba.

Siempre pasa igual. Famosos, ya sea por su música, por sus películas o por los programas que presentan, acaban llevándose gratis lo que a los demás les cuesta tanto conseguir. Más de una vez he visto cómo invitaban a comidas, cenas y lo que sea menester a personajes conocidos que, por lo que ganan, podrían asumir perfectamente las facturas de lo que consumen. Sin embargo, regalar un mendrugo de pan al mendigo que pide en la esquina a veces nos cuesta más. Cada uno ofrece lo suyo a quien quiere, evidentemente, pero es triste que el “postureo” del momento se imponga tantas veces a la justicia de la razón.

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