THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

Prueba de fuego

El 2 de diciembre será la prueba de fuego de Pablo Casado. También para los otros dirigentes nacionales, pero para Casado más. A Pedro Sánchez las elecciones andaluzas le preocupan lo justo, tiene alguien a quien echar la culpa si las cosas no salen bien –incluso le convendría políticamente que su principal adversaria quedara en entredicho-, algo parecido le sucede a Pablo Iglesias si Teresa Rodríguez no cumple las expectativas y en cuanto a Rivera, el menor resultado que le dan las encuestas supera con creces los 9 escaños que logró las pasadas elecciones

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Prueba de fuego

El 2 de diciembre será la prueba de fuego de Pablo Casado. También para los otros dirigentes nacionales, pero para Casado más. A Pedro Sánchez las elecciones andaluzas le preocupan lo justo, tiene alguien a quien echar la culpa si las cosas no salen bien –incluso le convendría políticamente que su principal adversaria quedara en entredicho-, algo parecido le sucede a Pablo Iglesias si Teresa Rodríguez no cumple las expectativas y en cuanto a Rivera, el menor resultado que le dan las encuestas supera con creces los 9 escaños que logró las pasadas elecciones. Así que la prueba de fuego es la que espera a Pablo Casado, que está echando el resto en la campaña porque sabe mejor que nadie que como no le vaya bien se le hará responsable único del resultado, porque desde el mismo momento en que no ganó las primarias en primera vuelta, se le fue advirtiendo que cometía errores de calado.

El primero, el pacto entre perdedores contrario al espíritu y la letra del PP. Después vino aceptar todas las exigencias de Cospedal incluidas meter en la Ejecutiva a algunas personas que no aportaban más que recelo. Fue un error también machacar a Soraya Sáenz de Santamaría hasta el punto de que la ex vicepresidenta, por dignidad, se dirigió hacia la puerta de salida. Ha sido un error promocionar a algunos que de ninguna manera merecían ser promocionados, mientas prescindía Casado de personas de excepcional cabeza y trayectoria, que precisamente por conocer bien el partido y la política entendieron que tras la caída de Rajoy era Soraya la persona más adecuada para presidir el partido en tiempos de convulsión y con Pedro Sánchez en Moncloa.

Pablo Casado, por otra parte, es un dirigente que debería tener por delante una larga y exitosa carrera política si no se hubiera apresurado tanto.

Si consigue salvar los muebles andaluces y superar las encuestas, aún está a tiempo de salvar al PP corrigiendo el rumbo y sacando lo mucho bueno que tiene dentro, porque lo tiene. Si no los salva, su panorama se complica, porque las generales están a la vuelta de la esquina y hay dos partidos, dos, que gustan a sus votantes, Ciudadanos y Vox, centrado uno y radicalizado el otro hacia posiciones que en algunos aspectos rozan la inconstitucionalidad. Pero el mundo actual, no solo España, se inclina hacia los cantos de sirena y los picos de oro.

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