THE OBJECTIVE
Marta Parreño Gala

Que el fin del mundo nos pille bailando

Newton dejó escrito que el fin de nuestra especie tiene fecha, concretamente el 2060, año que ya no nos queda tan lejos como cuando él hizo esta predicción. Y teniendo en cuenta que es el transformador de la física, las matemáticas y la astronomía el que hizo semejante vaticinio, algo de repercusión están teniendo sus palabras. De todas formas, como supervivientes de varios apocalipsis que somos (el del cambio de milenio, el que vaticinaban los mayas para el 2012 y algún otro…), permitámonos creer que igual seguimos viviendo -y muriendo- después de esa fecha. Aunque me atrevería a decir que hay algunos datos que apoyan la tesis la de Newton y que demuestran que es posible que el fin del mundo ande cerca, como por ejemplo el hecho de que el PP siga ganando elecciones en este país (no sé cómo de miserable hay que llegar a ser para que dejen de votarle a uno).

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Que el fin del mundo nos pille bailando

Newton dejó escrito que el fin de nuestra especie tiene fecha, concretamente el 2060, año que ya no nos queda tan lejos como cuando él hizo esta predicción. Y teniendo en cuenta que es el transformador de la física, las matemáticas y la astronomía el que hizo semejante vaticinio, algo de repercusión están teniendo sus palabras. De todas formas, como supervivientes de varios apocalipsis que somos (el del cambio de milenio, el que vaticinaban los mayas para el 2012 y algún otro…), permitámonos creer que igual seguimos viviendo -y muriendo- después de esa fecha. Aunque me atrevería a decir que hay algunos datos que apoyan la tesis la de Newton y que demuestran que es posible que el fin del mundo ande cerca, como por ejemplo el hecho de que el PP siga ganando elecciones en este país (no sé cómo de miserable hay que llegar a ser para que dejen de votarle a uno).

Pero vayamos a temas amables. ¿Por qué nos fascinan las predicciones del apocalipsis? ¿Por qué nos dan tanto morbo las desgracias? ¿Qué tendrá la destrucción que nos llama tanto la atención? Un belleza irracional y sublime dicen algunos, que nos produce admiración y dolor a partes iguales. Es decir, que nos va la marcha, dicho llanamente. Porque la muerte, que asumimos de forma ambivalente -ahora sí ahora no- como una cosa inesperada pero misteriosamente familiar, tiene mucho que ver con todo esto.

Vivimos rodeados de simulacros, de muertes televisadas y cementerios visualizados en medios de comunicación, y todas esas muertes las vivimos, sean ciertas o no, como ficciones o apariciones fantasmales que nunca han sucedido. Entonces ¿qué nos obsesiona del apocalipsis? La absoluta y total muerte de todo, el gran espectáculo del fin del mundo, que por suerte aún está por llegar. Entretanto bailemos, que ya lo canta un gran sabio. Hagámosle caso y a ver si con suerte el fin del mundo nos pilla bailando.

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