Melchor Miralles

Rajoy y Pastor, obligados por la Constitución

El asunto es, en su complejidad, sencillo. Mariano Rajoy y Ana Pastor están obligados por la Constitución, el primero a exponer ante el Congreso su programa de Gobierno que pretende formar y a solicitar la confianza de la Cámara, y la segunda a convocar el Pleno. Todo lo demás es por parte del presidente en funciones y de la presidenta del Congreso desobedecer la Constitución.

29 de julio de 2016 00:00

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Rajoy y Pastor, obligados por la Constitución

El asunto es, en su complejidad, sencillo. Mariano Rajoy y Ana Pastor están obligados por la Constitución, el primero a exponer ante el Congreso su programa de Gobierno que pretende formar y a solicitar la confianza de la Cámara, y la segunda a convocar el Pleno. Todo lo demás es por parte del presidente en funciones y de la presidenta del Congreso desobedecer la Constitución.

Tras la ronda de consultas con el Rey, Rajoy ha aceptado el mandato de Su Majestad, pero si encuentra apoyos suficientes previamente, lo cual es una gallegada, un sí pero no, lo cual nos deja a todos como estábamos, descompuestos y sin Gobierno, y lo peor es que el Ejecutivo ni está ni se le espera, por ahora.

La situación es grave. Lo que no vale es ponerse campanudos en exigir a los demás que cumplan la Constitución y después ellos pasarse la Carta Magna por el forro. Es inaceptable, irresponsable y debiera tener consecuencias. Pero no las tendrá. Aquí hace tiempo que cada político hace de su capo un sayo. Y ahí se las den todas. Claro, su fiesta desesperada la pagamos nosotros. A ellos les va bien. Salen con el riñón cubierto. Sin vergüenza, pero colocados de por vida. Esto es lo que hay.

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En la foto, por supuesto de la agencia oficial de Corea del Norte, Kim Jong-un se descojona junto a su sonriente asesor. Este tipo peligroso siempre se ríe, pero lo suyo carece de gracia alguna. Ahora quiere conquistar el espacio y llegar a la luna para plantificar ahí la bandera de Corea del Norte. Sigue ciscándose en las sanciones internacionales, y tensando al máximo la cuerda con Occidente y con sus países vecinos. Es lo suyo, y no hay que tomarle a broma.

Sumergirse

Zambullirse. Lanzarse al agua para morir o para vivir. Esos instantes sumergido recuerdan de manera inconsciente a aquellos rodeado de liquido amniótico, previos al nacimiento, a la salida al exterior. Una maniobra convulsa que termina con el primer llanto sobre este mundo. Por eso no sorprende que algunos poetas como Ángel Ganivet, John Berryman, Paul Celan o Virginia Woolf decidieran sumergirse en un río para terminar ese llanto con «un trago amargo e infinito».

Pasos

Rajoy sabe de caminatas. Coincido con él, ya que comparto querencia y práctica por el andar haciendo camino, en que el primer paso es fundamental. Sobre todo porque normalmente vence perezas y articula el discurso. Tengo dicho que a mí me gusta escribir mientras ando. He pergeñado obras maestras durante la hora diaria de pateada a marcha militar que me impongo como ejercicio desintoxicador de tanta mala vida. Luego me siento en el duro banco del estudio y la realidad dictamina la certeza cruel de que la genialidad estaba en otra parte.

Soy oscura pero hermosa

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No hace tanto tiempo, el moreno se explicaba menos por las escapadas a Ibiza que por determinación genética o –simplemente- por haber ido a segar. “Blanca me era yo / cuando entré en la siega”, dice una coplilla que fue lopesca pero pudo haber sido popular. La morenía, por contraste, tenía que hacerse valer o perdonar, y ahí está la amada del Cantar con su disculpa: nigra sum sed formosa, “soy oscura pero hermosa, hijas de Jerusalem”. Véase que, en el mismo Cantar, se pondera el blancor del amado como el elogio más altisonante. En fin, del Cantar al Cántico Espiritual, la amada de San Juan pide perdón “si color moreno en mí hallaste”.