THE OBJECTIVE
Pilar Marcos

Sánchez: expectativas e incentivos

Vivimos descontando expectativas. Sabemos que los incentivos son imprescindibles en la motivación de las personas, que hay incentivos favorables y también los hay perversos. Son incontables los análisis que explican crisis causadas no tanto por malas condiciones objetivas como por el desplome de mejores expectativas. Y, a la inversa, es bien conocida la felicidad que causa saber que un mal es menor al que se daba por seguro. Si esto es tan obvio, y lo es, ¿por qué no aplicamos este sencillo análisis de expectativas e incentivos al personaje más escrutado hoy en España? Sí, me refiero al ciudadano don Pedro Sánchez y a sus posibilidades de actuación en el Comité Federal que él mismo ha convocado el próximo 1 de octubre.

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Sánchez: expectativas e incentivos

Vivimos descontando expectativas. Sabemos que los incentivos son imprescindibles en la motivación de las personas, que hay incentivos favorables y también los hay perversos. Son incontables los análisis que explican crisis causadas no tanto por malas condiciones objetivas como por el desplome de mejores expectativas. Y, a la inversa, es bien conocida la felicidad que causa saber que un mal es menor al que se daba por seguro. Si esto es tan obvio, y lo es, ¿por qué no aplicamos este sencillo análisis de expectativas e incentivos al personaje más escrutado hoy en España? Sí, me refiero al ciudadano don Pedro Sánchez y a sus posibilidades de actuación en el Comité Federal que él mismo ha convocado el próximo 1 de octubre.

Primero, las expectativas: que 85 diputados es un pésimo resultado es un dato objetivo. Pero es que la expectativa dejaba al PSOE por detrás de Podemos, y no hubo tal. Don Pedro venció a la expectativa y exhibió los 85 de su derrota como un éxito.

Más expectativas: tanto se han cacareado las pésimas previsiones electorales para los candidatos de Pedro Sánchez en Galicia y en el País Vasco que bastará con que los resultados finales sean algo menos malos para que el secretario general del PSOE respire aliviado. El descuento de expectativas juega a favor de la permanencia de Sánchez con cualquier resultado que permita exclamar un infantil: ¡ni tan mal!

Sí, las expectativas le han ayudado, y los incentivos lo hacen aún más. El principal incentivo de cualquier ser humano (en realidad, de cualquier ser vivo) es mantener la vida. Si ese ser vivo es secretario general del PSOE, su principal objetivo vital será (es) seguir siéndolo: ¡que no le maten! (en sentido político, claro). El segundo, una vez garantizada la vida, es tener éxito en su propósito vital. Y el propósito vital de don Pedro como secretario general del PSOE no parece ser la mejora de resultados electorales de su partido sino una eficaz administración de las derrotas que permita presentarlas como victorias. ¿Es insensato? Presentar una derrota como victoria puede ser un engaño, pero insensato no es.

En eso está, y estará también el 1 de octubre en el Comité Federal de su partido: en que no le maten y en mostrar sus derrotas como victorias. ¿Cómo? De momento ha convocado él antes de conocerse los resultados electorales de Galicia y País Vasco. Si son algo menos malos de lo pronosticado, el juego empieza bien. Peores es difícil que sean porque las expectativas son muy negativas para el PSOE. Y si, contra pronóstico, se diera la fatídica carambola de que Feijoo quedara en 37 diputados ¡aún le montan un homenaje!

El primer requisito para presentar una derrota como victoria es no asumir la derrota. El “no es no” de don Pedro a don Mariano le ha servido para escabullirse de esa asunción desde el 20 de diciembre. Por eso es su “no” favorito y el “no” que, posiblemente, el Comité Federal no se atreva a hacerle cambiar. Hay otros dos noes a debatir: no a pactar con los independentistas y no a terceras elecciones. ¡Ojo!, nadie dice no a pactar con Podemos, porque con Podemos el PSOE ya ha pactado en todas partes. Claro que sin pacto del PSOE con los secesionistas -pero sí con Podemos- iremos a terceras elecciones. Ahí volvemos al incentivo principal: para mantenerse vivo hay que llegar vivo a esas terceras y responsabilizar a otro de la convocatoria. ¿Cómo? Pues entreteniendo el tiempo con negociaciones imposibles y culpando de todos los males a Rajoy, por esa manía que le ha dado de ganar las elecciones sin mayoría absoluta.

¿Y después de las terceras elecciones? Pues las cuartas, y luego las quintas… porque la probabilidad de que las urnas vuelvan a arrojar otro “Parlamento colgado” siguen siendo muy altas, y después de una campaña de total enfrentamiento entre PSOE y PP será aún más difícil que hoy algún acuerdo entre ambos. Además, si esas elecciones arrojan una (probable) mejora del resultado de los grandes partidos, será aún más difícil un golpe palaciego dentro del PSOE para sustituir a un Sánchez que suba en algo sus 85 diputados actuales.

Existe una posibilidad, remota, de que los incentivos y las expectativas no lo muevan todo, y que -a cambio- prime la vocación de servicio público y la voluntad de trabajar a favor del interés general de los españoles. De momento, esa posibilidad remota no ha encontrado forma de abrirse paso. Los optimistas esperan que pueda encontrar una portezuela el 25 de septiembre… o en el célebre Comité Federal del 1 de octubre… y dicen que el optimismo (como la fe) mueve montañas.

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