THE OBJECTIVE
Jose Maria Inigo

“Santa Rita rita”

Con el asunto de Crimea los vientos de guerra han soplado peligrosamente en las últimas semanas.. Los países con armas nucleares han enseñado sus garras, unos muy sutilmente y otros de forma más evidente.

Opinión
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“Santa Rita rita”

Con el asunto de Crimea los vientos de guerra han soplado peligrosamente en las últimas semanas.. Los países con armas nucleares han enseñado sus garras, unos muy sutilmente y otros de forma más evidente.

¿De qué se ríen los representantes de las naciones asistentes a la Cumbre de Seguridad Nuclear celebrada estos días en La Haya, Holanda, si solo han firmado unos cuantos acuerdos 35 de las 53 naciones convocadas, y no han firmado los gigantes China y Rusa, ni India, ni Pakistán? ¿Un fracaso tan redondo justifica esos rostros alegres, como si nada hubiera pasado? Bueno, la verdad, es que nada ha pasado. O casi nada. Pero la foto de los sonrientes caballeros ya ha dado diez veces la vuelta al mundo, y si no lees la letra pequeña de la noticia ni te enteras de que las cosas están prácticamente como estaban.

Con el asunto de Crimea los vientos de guerra han soplado peligrosamente en las últimas semanas.. Los países con armas nucleares han enseñado sus garras, unos muy sutilmente y otros de forma más evidente, para llamar la atención y parar posibles gestos expansionistas. Rusia ha hecho caso omiso de las protestas de Europa y Estados Unidos, y Crimea ya es Rusia. Putin ha sacado pecho y “Santa Rita rita, lo que se da –o cojo- no se quita”, y que a nadie se le ocurra levantar la voz. Y nadie la ha levantado, al menos, con fuerza. “Vale por ahora, pero a la próxima verás” parece haberle dicho el emperador Obama. Y todos tan contentos, aquí no ha pasado nada. Pero si ha pasado.

Es más, se sabía que iba a pasar. Y si nos descuidamos, hasta cuando iba a suceder lo sucedido. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos lo han sugerido esta misma semana: “China lo sabe todo, tenemos que asumir que lo sabe todo. Y Rusia lo sabe todo.” Y todos lo saben todo de todos. Vivimos en un mundo de cámaras y espías. El mismísimo Jimmy Carter, ex presidente del país más poderoso del mundo se confiesa vigilado, con sus teléfonos y ordenadores pinchados. “Por eso escribo mis cartas a mano, para evitar la vigilancia electrónica. Este tipo de vigilancia vulnera todos los derechos.” ¿Y? Pues nada, que no pasa nada.

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