THE OBJECTIVE
Xiskya Valladares

Seamos menos hipócritas, por favor

Pero el ébola ha tenido que aterrizar en los países supuestamente desarrollados para pasar a ser noticia frecuente. Mientras en África morían miles daba igual. ¿Cuándo entenderemos que aquello que toca a los pobres es asunto de todos?

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Seamos menos hipócritas, por favor

Pero el ébola ha tenido que aterrizar en los países supuestamente desarrollados para pasar a ser noticia frecuente. Mientras en África morían miles daba igual. ¿Cuándo entenderemos que aquello que toca a los pobres es asunto de todos?

“¿Interesa salvar a los pobres, o más bien salvarse de los pobres?”, es la gran pregunta que leía ayer en un artículo de Manuel Bru (en Aleteia). La enfermera contagiada de ébola ha empeorado, varios misioneros han muerto ya, la enfermedad ha llegado a Europa y Estados Unidos y, por fin, llena de miedo y ocupa a quienes pueden hacer algo por pararla. En el hospital madrileño de La Paz contratan enfermeros en paro, hay seis ingresados con síntomas y 84 pacientes en observación. Pero el ébola ha tenido que aterrizar en los países supuestamente desarrollados para pasar a ser noticia frecuente. Mientras en África morían miles daba igual. ¿Cuándo entenderemos que aquello que toca a los pobres es asunto de todos?

Me vais a perdonar, pero somos todos (incluida yo) unos auténticos hipócritas. Nos jactamos de solidarios mientras nuestros “problemitas” abarcan nuestro tiempo sin acordarnos de los que verdaderamente nos necesitan. Nos creemos socialistas, verdes, “poderosos” (de Podemos), populares, o cuando menos democráticos, y en el fondo lo que realmente somos es simplemente “egoístas”.

Tenemos agallas para criticar (como yo ahora) a las autoridades, a la oposición, a quien haga falta, cuando nos tocan nuestros intereses, cuando nos vemos en alto riesgo, pero es nula nuestra capacidad de entrega alegre y generosa a quienes llamamos pobres, necesitados o periferias. ¿Con qué autoridad moral hablamos?No creo en la gente que vive en la burbuja de su comodidad, incapaz de ver más allá de sus propios problemas y necesidades. No creo en las personas que solo viven para sí mismas. Y no puedo llamar desarrollada ninguna sociedad así. Porque, de verdad, no creo en la tecnología vacía de humanidad, ni en el progreso carente de solidaridad, ni en una sociedad que ignora al pobre, que solo se mira al ombligo y no tiene a las personas como valor primordial.Y con esto no digo que nos vayamos todos a África, ni a Asia o a América. Porque pobre es Teresa Romero, no el perro sacrificado. Pobre son los misioneros que se están arriesgando en cualquier parte del mundo, no los que critican su repatriación. Pobres son los parados, los que no llegan a fin de mes, los que no viven con la pensión que reciben; pero también, los que sufren soledad, abandono, vidas sin sentido, víctimas de violencia familiar, niños abusados por pederastas, etc. El problemático, el que busca, el que no sabe cómo resolver su vida, al que todos hacen el vacío…Y la pregunta es clara, clave, urgente: “¿Interesa salvar a los pobres, o más bien salvarse de los pobres?”

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