THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

Sentido común

Me parece que es la tercera vez que hablo de este chico en The Objective, como si tuviera una fijación obsesiva con él. Pero es que hace tales cosas y dice tales cosas que me siento como el delantero centro que, solo ante la puerta, recibe un pase desde el extremo, tan bueno que no tiene que hacer más que empujarlo a la red.

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Me parece que es la tercera vez que hablo de este chico en The Objective, como si tuviera una fijación obsesiva con él. Pero es que hace tales cosas y dice tales cosas que me siento como el delantero centro que, solo ante la puerta, recibe un pase desde el extremo, tan bueno que no tiene que hacer más que empujarlo a la red.

Un día le dije a una persona con la que estaba trabajando: «esto es de sentido común». Me miró y me contestó: «tu sentido común no coincide con mi sentido común». Con ello me estaba diciendo que el sentido común no existe.

Siempre he creído que sí existe y que lo que es de sentido común es de sentido común.

Hasta hoy. Mejor dicho, hasta que he visto esta noticia que, una vez más, tiene de protagonista a Kim Jong-Un. Una vez más, porque me parece que es la tercera vez que hablo de este chico en The Objective, como si tuviera una fijación obsesiva con él. Pero es que hace tales cosas y dice tales cosas que me siento como el delantero centro que, solo ante la puerta, recibe un pase desde el extremo, tan bueno que no tiene que hacer más que empujarlo a la red.

Alguien de Indonesia le ha dado un premio «por la paz, la justicia y la humanidad». O sea, sus tres especialidades. 

Le aplauden todos, como es natural. El que va de paisano en primera fila, que, por cierto, no se ha comprado el traje en Savile Row, está feliz, aunque un poco menos feliz que el tercero de uniforme a su izquierda, arrobados los dos al ver tan de cerca al campeón de la paz, la justicia y la humanidad. Y cuidando de que se les vea entusiasmados, porque se acuerdan de aquel que se durmió en un discurso grácil, ágil y ameno, de KJU y fue la última siesta del pobre señor.

En la misma cesta, Gandhi y Aung Sang Suu Kyi.

No sé quién le ha dado el premio a KJU, pero me parece que su sentido común no coincide  con el mío.

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