El inmovilismo de ERC
Nuestra colaboradora Laura Fàbregas analiza los movimientos –o la ausencia de los mismos– por parte de la política independentista catalana. Lo hace comparando ...
Muchas conquistas sociales han llegado gracias a la solidaridad y la lucha colectiva, y muchas tantas otras de la fortaleza de hombres y mujeres que han ido a contracorriente, rompiendo tabús y haciendo frente a las masas. A menudo, solo la perspectiva del tiempo sitúa a cada uno en su lugar, y los que en un momento fueron parias se erigen como referentes.
En Cataluña los jóvenes de la CUP viven en una autocomplacencia de creerse que la historia les situará en un buen lugar. Yo, que tengo corazón pero también cabeza, les conozco bien de cerca. En su narcicismo se ven como revolucionarios…. unos revolucionarios un poco inusuales porque, en su práctica totalidad, viven del sistema: ocupando cargos en ayuntamientos, universidades, escuelas y demás entes públicos.
Viven al calor de las instituciones y su rebeldía se mide en los mensajes que llevan en su vestimenta uniformada. El día en que organizaron el ataque a la sede del PP en Barcelona actuaron sin la chispa de espontaneadad o imprevisibilidad propia de lo que tiene que ver con el factor humano. Con cánticos robotizados, de seres gregarios. Confieso que sentí más solidaridad hacia sus padres que por el Partido Popular.
El futuro de Cataluña o de cualquier otro lugar no puede depender de personas que solo encuentran la fortaleza fundiéndose en la masa; que su pretendida rebelión no pasa de ser un mero acto orquestado y conformista, como cuando los católicos van los domingos a misa por el qué dirán los vecinos.
La religión o el colectivo da cobijo. Por eso el verdadero revolucionario vive a la intemperie.
En una fase de la cultura de masas en la que el cine parece haber perdido sus viejos privilegios culturales, son ya pocos los directores ...
"Si de algo habla Lorca en Doña Rosita es del paso del tiempo, del jardín de la memoria por el que paseamos cuando menos cuenta nos damos"
"La Gran Recesión cambió radicalmente la política y los sistemas parlamentarios pero no cambió la economía ni la relación entre el dinero y la política"
"La escenificación de una mentira es clave para trasladarla a la escena de lo debatible. Por ello, y conscientes de que la veracidad de sus afirmaciones se mantiene en cuarentena, la ultraderecha suele apostar por la convicción"