THE OBJECTIVE
Gonzalo Gragera

Sevillanas para yanquis

Hasta hoy imaginamos que lo único favorable de la globalización eran los vuelos low cost e Internet. Pero hay más sorpresas. Es cierto que en contra de aquella tenemos multitud de motivos para parar el mundo, que nos bajamos: desde la pérdida de la estética y el canon de belleza de ciudades de todos el mundo en aras de la comida industrial y la publicidad de la ropa sintética hasta esa triste facilidad para hacer la guerra entre países lejanos. Aun así, ya avisados, no todo es frustración y desacuerdo.

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Sevillanas para yanquis

Hasta hoy imaginamos que lo único favorable de la globalización eran los vuelos low cost e Internet. Pero hay más sorpresas. Es cierto que en contra de aquella tenemos multitud de motivos para parar el mundo, que nos bajamos: desde la pérdida de la estética y el canon de belleza de ciudades de todos el mundo en aras de la comida industrial y la publicidad de la ropa sintética hasta esa triste facilidad para hacer la guerra entre países lejanos. Aun así, ya avisados, no todo es frustración y desacuerdo.

Una familia norteamericana, de singular apellido, los Rico, se ha sacado de la manga de volantes una de esas ideas con las que nos preguntamos cómo hemos podido vivir antes sin ella. Lo que no inventen estos americanos, ¡lo que no se les ocurra! La familia Rico, de ascendencia americana pero con pedigrí de la provincia de Cádiz, del municipio de Rota –donde tiene su sede la Base Naval de los marines de USA-, ha decidido dar clase de sevillanas a los militares y civiles yanquis allí instalados por imperativo de la primera potencia mundial y esas cosas.

En ese cerco de simpática colonización que llamamos Base Naval se bailarán sevillanas en este tiempo de primavera lleno de sensualidad y conquista –no es otra cosa este baile-. Que la primavera es un buen lugar para lo dionisiaco de los sentidos es algo muy antiguo. Casi como el imperialismo. Ese imperialismo que abre sus brazos al compás. Un imperialismo con él que hoy veo este vaso medio lleno. Aunque sea un vaso pequeño como un catavino, a mí me sabe a inmensidad de refresco de menú grande en la hamburguesería.

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