THE OBJECTIVE
Jose Balsa Barreiro

Siempre nos quedará (Latino)américa

Estamos así ante un proceso de inversión de flujos que tiende a explicar el nuevo modelo migratorio europeo del siglo XXI. O quizás, visto desde una perspectiva más amplia, estemos ante una tendencia al equilibrio de flujos migratorios respecto a épocas pasadas, basado dicho equilibrio en la teoría de los vasos comunicantes.

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Siempre nos quedará (Latino)américa

Estamos así ante un proceso de inversión de flujos que tiende a explicar el nuevo modelo migratorio europeo del siglo XXI. O quizás, visto desde una perspectiva más amplia, estemos ante una tendencia al equilibrio de flujos migratorios respecto a épocas pasadas, basado dicho equilibrio en la teoría de los vasos comunicantes.

Un informe recientemente publicado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) constata que el flujo de migrantes europeos hacia Latinoamérica es considerablemente superior al flujo de sentido inverso. Los datos más recientes publicados en dicho informe corresponden al año 2012 y confirman el cambio de tendencia observado dos años antes, cuando tuvo lugar la inversión entre ambos flujos migratorios. Por tanto, a tenor de lo publicado en el informe (y a falta de datos más recientes), estamos ante un proceso de divergencia cada vez más acusado debido al impacto y persistencia de la crisis económica en el Viejo continente.

Lejos quedan en Europa aquellos años, previos a la crisis, en los que los flujos de migrantes latinoamericanos eran muy superiores. Según los datos publicados en el informe de la OIM, el flujo de emigrantes latinoamericanos que vinieron a Europa en el año 2012 es un 70% menor que en el año 2007, cuando se alcanzaron los valores máximos.

Todo este proceso muestra una reacción y adaptación natural de los flujos migratorios a una realidad socioeconómica cambiante. Europa, en especial la del Sur, ha perdido atractivo y dinamismo, debido al impacto de una crisis económica de difícil salida que le ha llevado a un alto estado de inmovilismo económico y demográfico. La situación es especialmente dramática en España, donde los flujos de salida del país hacia Latinoamérica se han multiplicado por más de 20 en sólo una década (de 7.000 emigrantes en el año 2003 a 154.000 en el año 2012). 

Además de la parte cuantitativa, está la cualitativa. Los nuevos emigrantes, muchos de ellos jóvenes de ambos sexos con una alta formación, ya no tienden a concentrarse en los países más europeizados como Argentina y Brasil, sino que son otros países como Perú, Bolivia y Ecuador, con mayores niveles de crecimiento económico, los que han pasado a convertirse en importantes focos receptores.

Estamos así ante un proceso de inversión de flujos que tiende a explicar el nuevo modelo migratorio europeo del siglo XXI. O quizás, visto desde una perspectiva más amplia, estemos ante una tendencia al equilibrio de flujos migratorios respecto a épocas pasadas, basado dicho equilibrio en la teoría de los vasos comunicantes. 

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