THE OBJECTIVE
Antonio Camunas

Sin emoticonos de Dios

Cualquiera de las victimas de los conflictos que asolan nuestro mundo representan una inmensa tragedia en vidas humanas cercenadas o mutiladas que merecen nuestra compasión. La dignidad del ser humano no distingue de razas, territorios, religiones o etiquetas políticas.

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Sin emoticonos de Dios

Cualquiera de las victimas de los conflictos que asolan nuestro mundo representan una inmensa tragedia en vidas humanas cercenadas o mutiladas que merecen nuestra compasión. La dignidad del ser humano no distingue de razas, territorios, religiones o etiquetas políticas.

Cualquiera de las victimas de los conflictos que asolan nuestro mundo representan una inmensa tragedia en vidas humanas cercenadas o mutiladas que merecen nuestra compasión, pues la dignidad del ser humano no distingue de razas, territorios, religiones o etiquetas políticas.

En cabeza de este ranking desgarrador figuran los cristianos perseguidos en Oriente Medio, Asia y Africa. Desde la “persecución extrema” en Corea del norte, China, Arabia Saudita, Irán, Irak, Afganistán, Somalia, Mali o Yemen a los que en Sudán, Nigeria, Pakistán o Qatar padecen una “persecución severa”. Incluso en los países más moderados abundan las prohibiciones, condenas, desplazamientos, destrucción de templos o mutilaciones genitales. Impresiona particularmente el caso de Mosul, donde hace apenas diez años había millón y medio de cristianos y hoy ya no pueda ninguno.

Mientras la propia Organización de Cooperación Islámica (OCI) ha mostrado su horror y disposición a cooperar con las victimas, Europa, madre biológica de la civilización occidental, la principal depositaria y transmisora de la fe en el crucificado, solo muestra su patético selfie de becerros de oro mezclados con las quejas y lamentos propios de su inevitable decadencia pagana.

El Occidente tecnológico ni siquiera tiene entre su innumerable panoplia de símbolos emocionales, uno que represente a la divinidad: Ni el ojo de Yahvé, ni la cruz de Cristo encuentran sitio en ninguna de las ofertas disponibles. Los cristianos hemos tenido que recurrir al alfabeto islámico –a la letra con la que se marcan las casas y los templos de los perseguidos en Mosul- para poder expresar nuestra unión fraternal con esos nuevos nazarenos.

En Mosul, Europa parece hermanarse con la antigua Nínive, «La insensata Nínive» como era conocida la inmensa y rica metrópoli que -pese a los gritos de Jonás- Dios se resistió a destruir. Por desgracia, para esas tareas los hombres nos bastamos solos.

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