THE OBJECTIVE
David Mejía

Sobre 'La voz más alta'

«Merece la pena invertir unas horas en ver La voz más alta (The Loudest Voice): a través de siete capítulos esta miniserie da cuenta de los últimos veinte años de vida del consultor político y ejecutivo de medios Robert Ailes»

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Sobre ‘La voz más alta’

Merece la pena invertir unas horas en ver La voz más alta (The Loudest Voice)a través de siete capítulos esta miniserie da cuenta de los últimos veinte años de vida del consultor político y ejecutivo de medios Robert Ailes. Como suele suceder con los filmes de época o los biopics, el objetivo de esta historia no es ofrecer un relato fidedigno y preciso de una vida o una era pretérita, sino reflexionar sobre temores contemporáneos; La voz más alta se sostiene sobre dos ejes clave de la actualidad política y social: la radicalización de los polos políticos mediante la divulgación de fake news y el movimiento Me Too. Por esta razón la serie resulta de gran interés, pesa a su discutible valor estético.

La serie habla muy poco del pasado más remoto de Ailes, que fue asesor de presidentes republicanos como Nixon, Reagan o Bush. En este caso la historia comienza en 1995, año en que el magnate Rupert Murdoch encomienda a Ailes la creación de un canal de noticias que compita con la hegemonía liberal en los medios representada por CNN y NBC. La serie apunta a que con el nacimiento de Fox News nace también una nueva cultura social que tendrá consecuencias desastrosas: Ailes era consciente de que informar al pueblo no era políticamente tan eficaz como tribalizarlo, y para ello eran precisas dos premisas: emitir un mensaje claro y radical, y no permitir que la verdad se interpusiera. Así fue como se normalizaron las famosas fake news, desde el arsenal nuclear de Sadam Husein, el islamismo de Obama o, más recientemente, la amenaza de invasión mexicana: «La gente no quiere estar informada, sino sentirse informada», dice Ailes, resumiendo uno de los cánceres de nuestro tiempo.

Ailes se mantuvo al frente de Fox News hasta julio de 2016, cuando fue obligado a dimitir ante las acusaciones de acoso sexual que se sucedieron tras la querella que le interpuso la presentadora Gretchen Carlson; el inventor de las fake news resultó ser también un depredador sexual, y la serie no duda en representar estos males como dos caras de la misma moneda: Robert Ailes como fuente única de todos venenos que hoy atemorizan a la ciudadanía.

El final de la serie se concentra, cómo no, en el ascenso y posterior victoria de Donald Trump, que de acuerdo a la lectura de los guionistas no hubiera ocurrido sin el asesoramiento personal y el respaldo mediático que le ofreció Ailes. Por supuesto, la sucesión de hechos se falsea en la ficción para mostrar la victoria de Trump, que ningún medio anticipó, como la consecuencia lógica de los actos de Ailes. Pero, de nuevo, no busquemos realidad histórica en estas ficciones, sino un pretexto para mostrarnos el espejo del miedo. Cuando en un futuro próximo alguien se pregunte qué monstruos combatíamos en 2019 podrá asomarse a esta serie para verlos encarnados en el rostro rollizo de Robert Ailes.

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