THE OBJECTIVE
Raquel Sastre

Stop presión infantil

Reconozco que no me gustan los programas televisivos de búsqueda de talento infantil. No sé si los niños están preparados para afrontar, delante de todo el país, ese momento de frustración cuando los eliminan.

Opinión
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Stop presión infantil

Reconozco que no me gustan los programas televisivos de búsqueda de talento infantil. No sé si los niños están preparados para afrontar, delante de todo el país, ese momento de frustración cuando los eliminan.

Reconozco que no me gustan los programas televisivos de búsqueda de talento infantil. No sé si los niños están preparados para afrontar, delante de todo el país, ese momento de frustración cuando los eliminan. O, peor aún, si son lo suficientemente maduros como para asumir el triunfo sin que eso los convierta en niños pedantes y estúpidos. Lo mismo, sin la atención mediática desde niño, Paquirrín sería ahora cirujano plástico y no tendría que pagar por tocar tetas, sino que cobraría por ello.

La sociedad nos ha introducido en un sistema de competitividad que nos ahoga. Tenemos que ser los más guapos, los más listos, tener el mayor número de followers, estar mejor preparados que el resto y demostrarlo en tu día a día. Por eso me molesta tanto que esta actitud se la inculquemos a los niños desde tan pequeños. Sometemos a los niños a tanta presión, que ya la quisiera para sí Cruzcampo.

Estoy harta de ver a padres regañar a sus hijos en edad escolar porque no han sacado en todas las asignaturas sobresaliente. Me dan ganas de ir a sus trabajos y preguntarle a sus jefes si ellos lo hacen todo perfecto. Y luego enviar al niño a que le diga, «vaya papá, así que el informe del otro día tenía un error en la página 7. Estoy muy decepcionado contigo». Si hace falta un programa educativo en televisión no es el de una supernanny que enseñe disciplina a los niños, sino el de un equipo de formadores que nos enseñen a ser buenos padres.

Porque, como buenos padres, debemos educar a chavales que puedan desenvolverse, no sólo en su área laboral, sino también social. Las matemáticas son importantes, pero la autoestima mucho más. Debemos enseñarles a desenvolverse ante las dificultades y, sobre todo, no adelantárselas.

Padres, dejad de presionar a los niños con búsquedas de talento en TV; dejad que su primera decepción vital sea un desamor en plena adolescencia y no que un jurado les ha dicho, con sólo 7 años de edad, «Tú, sí que no vales».

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