THE OBJECTIVE
Javier Quero

Tarjetas de crédito y descrédito

Los venezolanos costearon a su presidente tan alto precio de pernoctación en Nueva York durante una visita de cuatro días en la que gastó 2,5 millones de dólares. Si llega a irse un mes, arruina el país, si no fuese porque su país ya está arruinado.

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Los venezolanos costearon a su presidente tan alto precio de pernoctación en Nueva York durante una visita de cuatro días en la que gastó 2,5 millones de dólares. Si llega a irse un mes, arruina el país, si no fuese porque su país ya está arruinado.

Dos son las razones por las que jamás pagaría 10.000 dólares por dormir una noche en un hotel. La primera es que no los tengo. La segunda es que no podría dormir. Los venezolanos costearon a su presidente tan alto precio de pernoctación en Nueva York durante una visita de cuatro días en la que gastó 2,5 millones de dólares. Si llega a irse un mes, arruina el país, si no fuese porque su país ya está arruinado. Hay políticos maduros que sólo pueden ponerse verdes.

El descaro de los mandatarios manejando el dinero ajeno es una epidemia global cuyos principales síntomas son falta de vergüenza, soberbia y sensación de impunidad. Quizá el máximo exponente de sablista en el poder sea Kim Jong-il, papá del lechón que actualmente gobierna Corea del Norte, cuando fletó un avión para que le fueran a buscar una hamburguesa hasta el Mac Donalds más cercano, que estaba en Pekín.

Felizmente, no llegaron a tal excentricidad los consejeros de CajaMadrid con tarjeta y jeta, de crédito y descrédito respectivamente. 82 enchufados de partidos, sindicatos y patronal dilapidan 15 millones de euros a espaldas de Hacienda. La opinión pública se pregunta en qué lo gastaron. Yo, además, me cuestiono si son necesarios 82 consejeros. Conviene recordar que este banco público lo tuvimos que rescatar los ciudadanos con nuestros impuestos. Mientras las preferentes perdían su valor como trato, los consejeros tuvieron el valor de darse un trato preferente. Será que el primer consejo se lo dieron a sí mismos: ¡a trincar! Los escándalos que alertan de parásitos en nuestros bolsillos no cesan. Los consejeros sí. Afortunadamente. No vaya a ser que cualquier día entre alguien a asaltar un banco y al grito de «esto es un atraco» le inviten a ocupar un alto cargo en la entidad.

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