THE OBJECTIVE
Javi Dale

Tectónica de placas

Si algo que damos por tan pétreo e inamovible como la geografía física es capaz de cambiar sin causar traumas, ¿cómo no va a poder hacerlo, también sin ser fuente de daños, la geografía política, que no es más que el reflejo de las ideas?

Opinión
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Si algo que damos por tan pétreo e inamovible como la geografía física es capaz de cambiar sin causar traumas, ¿cómo no va a poder hacerlo, también sin ser fuente de daños, la geografía política, que no es más que el reflejo de las ideas?

No nos damos cuenta, pero el planeta cambia. Cada año, los océanos decrecen unos centímetros, los continentes se separan leve pero constantemente. Se suceden los terremotos, las explosiones volcánicas. Tal isla gana un par de metros al mar, o tal vez los pierde. El planeta está formado por placas que colisionan entre sí y cambian el aspecto del globo. Desde hace unas horas, el lugar afectado es Hawai. Hace unas semanas fue Islandia, por las erupciones del Bardarbunga. Y no olvidemos la serie de erupciones en El Hierro, hace apenas un par de años.

La tectónica de placas es sutil y constante. De vez en cuando -con más frecuencia de la que creemos, pero aún así de vez en cuando-, la tierra tiembla y produce cambios que no ponen en riesgo la vida sobre ella.

Pero se producen, y sólo somos capaces de ver su efecto a largo plazo.
Las placas terrestres se desplazan entre 150 y 200 milímetros al año. Producen erupciones volcánicas y también terremotos. No parece un gran avance, veinte centímetros, pero son el resultado de los cerca de 20.000 terremotos que se sienten en el globo anualmente, según datos del Centro de Información sobre Terremotos estadounidense (NEIC).

La belleza de la tectónica de placas está su paciencia, su precisión y su sutileza: evoluciona con suavidad. ¿Qué hay terremotos trágicos y mortales? Claro, pero recuerden la cifra anterior: 20.000 seísmos anuales. La inmensa mayoría ocurren sin que se cuenten víctimas ni daños.

Conviene tomar nota de las lecciones que nos da la naturaleza. Porque si algo que damos por tan pétreo e inamovible como la geografía física es capaz de cambiar sin causar traumas, ¿cómo no va a poder hacerlo, también sin ser fuente de daños, la geografía política, que no es más que el reflejo de las ideas?

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