THE OBJECTIVE
Amando de Miguel

Tinta china

En aquellos tiempos en que dibujábamos manualmente, la tinta china era indeleble. Hoy es solo una nostalgia. En China se ha realizado un experimento de dimensiones descomunales: un régimen comunista con aires capitalistas en las empresas. La combinación resulta incongruente. No puede subsistir mucho tiempo. No puede hacerlo por la razón de que no hay “telón de acero” (o de bambú). Es decir, cientos de miles de súbditos chinos viajan al extranjero todos los años o residen en otros países. La comparación resulta inevitable. El poder totalitario del Partido Comunista Chino no se va a poder soportar más. Una economía tan compleja como la china no puede permitirse tal simpleza.

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Tinta china

En aquellos tiempos en que dibujábamos manualmente, la tinta china era indeleble. Hoy es solo una nostalgia. En China se ha realizado un experimento de dimensiones descomunales: un régimen comunista con aires capitalistas en las empresas. La combinación resulta incongruente. No puede subsistir mucho tiempo. No puede hacerlo por la razón de que no hay “telón de acero” (o de bambú). Es decir, cientos de miles de súbditos chinos viajan al extranjero todos los años o residen en otros países. La comparación resulta inevitable. El poder totalitario del Partido Comunista Chino no se va a poder soportar más. Una economía tan compleja como la china no puede permitirse tal simpleza.

No me creo que el Imperio del Sol Naciente vaya a ser hegemónico en el mundo. Cierto es que se ha convertido en la fábrica universal, pero siempre le faltará la cultura y la ciencia, por mucho que adquiera la tecnología última. Además de las razones políticas, mantiene un gran obstáculo: la lengua. Si no pasa masivamente al inglés y se unifica el mandarín con el alfabeto latino, la Economía se estancará. No me vale el argumento de que, con esa revolución, no se podrían leer los clásicos chinos. Tampoco nosotros podemos leer los clásicos griegos. Todo se puede traducir. El aprendizaje de miles de ideogramas para poder escribir supone un coste desproporcionado.

Asombra con qué naturalidad las democracias occidentales han aceptado el fatalismo de que China va a seguir siendo un régimen comunista. Resulta inevitable el irredentismo, la expansión imperialista. El “realismo político” de las potencias occidentales tiene sus límites.

En España hemos visto que el principal Banco Chino, extendido por todo el mundo, anda metido en asuntos de corrupción política, naturalmente, a gran escala. Es toda una señal de alarma.

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