THE OBJECTIVE
María Jesús Espinosa de los Monteros

Tocar el miedo

“Una de las reglas cardinales de la buena narrativa es no contar nada que se pueda mostrar”

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Tocar el miedo

La última serie estrenada por HBO, El visitante, es una extraordinaria adaptación de la novela homónima de Stephen King. En su libro Sobre la escritura, King afirmó que “la tele es lo que menos falta le hace a un aspirante a escritor”. Y, tal vez, tuviera razón entonces pero no ahora, no en esta época en la que se construyen relatos audiovisuales tan valiosos en términos de escritura que adoptan esa otra máxima de King, según la cual, “una de las reglas cardinales de la buena narrativa es no contar nada que se pueda mostrar”.

Y si hablamos de escritura de altos vuelos literarios en la televisión es porque detrás del guion de El visitante está Richard Price, guionista de series míticas como The Wire o The Night Of. Los tres relatos de Price aquí citados convocan algo complicadísimo: no ya la verosimilitud, sino la verdad o, mejor dicho, lo orgánico y material. Dicho de otro modo: la capacidad de tocar a cada uno de los géneros que el guionista aborda.

El planteamiento de la historia es perturbador: un policía que no ha superado la muerte de su hijo de 15 años detiene a un profesor y entrenador de fútbol como culpable del salvaje asesinato de un niño de 11 años. Todas las pruebas forenses le inculpan pero una cámara de seguridad le sitúa a kilómetros de allí a la misma hora del asesinato. ¿Cómo contradecir a la más exacta de las ciencias?

Contaba Ricardo Piglia en sus clases de Princeton que el género policial podría explicarse como condensación: “habla de crímenes. Es un género que convoca inmediatamente una relación con la verdad, con la ley, con el delito, con la transgresión, con la inteligencia. Toca materiales sociales fuertísimos”. Y es cierto, la comunidad en la que los personajes viven es fundamental para comprender la magnitud del drama. Por otro lado, el personaje de la particular detective Holly Gibney, por ejemplo, respondería a lo que Ricardo Piglia llamó “el fetiche de la inteligencia pura”.

Pero sospecho que lo que verdaderamente plantea El visitante -todavía quedan 5 capítulos de la serie por emitir- es la permanente dialéctica entre ciencia/ley y lo real -en términos, perdón, lacanianos (“se trata de lo que no es imaginario ni se puede simbolizar”)-. El elemento sobrenatural, lo siniestro -en términos, perdón, freudianos y de Schelling (“lo siniestro es algo que destinado a permanecer oculto (inconsciente), ha salido a la luz”)- comienza a revelarse en el capítulo 3, cuando se sitúa el primer punto de inflexión en la narración.

Finalmente, una de las cosas más hermosas de esta serie es comprobar de qué modo esta dialéctica también está en la autoría, en la propia enunciación, ya que se percibe cómo Price se siente menos cómodo -como escritor- en el terreno de lo sobrenatural que en el de lo puramente policial. Algo que podría, nuevamente, darse la vuelta en el caso de Stephen King, más cómodo en la otra dimensión. Como comprobarán aquellos que ya hayan visto algún episodio, la dualidad que atraviesa toda la serie se mantiene desde todas las perspectivas.

Todavía quedan cinco entregas de las que disfrutar, cinco horas para seguir tocando el mal.

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