THE OBJECTIVE
Marcela Sarmiento

Toda Mafalda

Hace 40 años no opina. Parece que nunca hubiera dejado de hacerlo. A medida que pasan los años, su sensatez crece como si continuara hablando y confrontándonos diariamente. La niña que nunca creció es el ídolo de millones de adultos que hubieran añorado conservar por siempre la infancia.

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Toda Mafalda

Hace 40 años no opina. Parece que nunca hubiera dejado de hacerlo. A medida que pasan los años, su sensatez crece como si continuara hablando y confrontándonos diariamente. La niña que nunca creció es el ídolo de millones de adultos que hubieran añorado conservar por siempre la infancia.

Hace 40 años no opina. Parece que nunca hubiera dejado de hacerlo. A medida que pasan los años, su sensatez crece como si continuara hablando y confrontándonos diariamente. La niña que nunca creció es el ídolo de millones de adultos que hubieran añorado conservar por siempre la infancia y la impertinencia que la acompaña. Creo que ahí radica su éxito. Siempre tendrá algo importante que decir en los momentos en los que nadie podría haber dicho algo mejor. Eso es lo que me encanta de Mafalda. Ella como nadie está hecha de espontaneidad y considero que sin esa cualidad es muy difícil enfrentar el día a día de nuestra vida.

En la mesa de centro del salón de mi casa reposa Toda Mafalda. Un libro que está algo deteriorado por los años de permanente consulta. Especialmente el lomo y la solapa. El manoseo no ha sido solo mío, que va. Podría asegurar que una amplia mayoría de nuestros invitados sucumbe ante la tentación de abrirlo y empezar a leerlo. No es fácil detenerse. Hemos hecho la prueba y sin importar el objetivo de la visita , comprobamos que siempre hay algo que comentar sobre la opinión de Mafalda y mejor aún, darle la razón. Cualquier página tendrá la historieta que necesitas para hacerte el día. No sé como lo hace, pero logra dar en el punto exacto en el te hará sonreír. Y eso tiene un mérito increíble porque con tan sólo asomarte y dedicarle un par de minutos, al final del día habrá por lo menos un instante de buen rollo. Y digo bueno porque la imagen que se obtiene después de repasarla es sencilla pero contundente. Contestataria pero divertida.

Sin haberlo planeado el hecho de tener a la mano el libro en cuestión, he logrado involucrar a otras generaciones en el mundo de su protagonista. Su figura gusta aún a los más escépticos. Su atuendo complace por el toque clásico que la ubica en otra época pero al fin y al cabo niña. Eternamente niña. Es líder y tiene sentido del humor cosa que cautiva a los más pequeños. A los adultos también aunque cada vez en menor escala. Es como si por momentos hubiéramos querido tener la sabiduría para expresarnos de la forma como ella lo hace. En el caso de los jóvenes lectores creo que es la sensación de estar de acuerdo con ella aún sin entender lo que está tratando de exponer.

Pero el ingenio es un don. En éste caso de Quino. Un pensador e ilustrador que habrá pasado a la historia sobrepasado por la popularidad de su creación. Su trabajo ha sido reconocido con el premio Príncipe de Asturias. Pero no habrá discurso de Mafalda. Esa es la peor parte. Que pena. Como me gustaría incluir en su lista de frases célebres , aquella que soltaría en el momento mismo de la entrega del galardón. Sería maravilloso volver a escucharla. Me quedo entonces con una que le vendría perfecto a la foto que elegido para el día hoy. Mafalda sentada con los pies colgando en un banco de madera en el barrio San Telmo de Buenos Aires: “Como siempre, apenas uno pone los pies en la tierra se acaba la diversión”.

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