THE OBJECTIVE
Enrique García-Máiquez

Umma gamma

La actualidad es como aquel chiste casi profético. Un padre, muy preocupado, lleva a su hijo al psicólogo infantil o al sociopedagogo porque la criatura está obsesionada con el sexo. Sale el experto a los dos minutos muy alarmado: “Se trata de un caso grave. He dibujado dos rayas horizontales y le he preguntado qué veía. ‘Dos haciendo el amor’, me ha dicho. He pintado dos rayas verticales. ‘Dos haciendo el amor… de pie’” El padre, indignado, le espeta al experto: “¡Es que usted le dibuja unas porquerías al pobre chaval…!”. Si el chascarrillo no es profético del todo es porque el padre moderno no se hubiese indignado. ¿Qué otra cosa podría dibujar el psicólogo?

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Umma gamma

La actualidad es como aquel chiste casi profético. Un padre, muy preocupado, lleva a su hijo al psicólogo infantil o al sociopedagogo porque la criatura está obsesionada con el sexo. Sale el experto a los dos minutos muy alarmado: “Se trata de un caso grave. He dibujado dos rayas horizontales y le he preguntado qué veía. ‘Dos haciendo el amor’, me ha dicho. He pintado dos rayas verticales. ‘Dos haciendo el amor… de pie’” El padre, indignado, le espeta al experto: “¡Es que usted le dibuja unas porquerías al pobre chaval…!”. Si el chascarrillo no es profético del todo es porque el padre moderno no se hubiese indignado. ¿Qué otra cosa podría dibujar el psicólogo?

Las últimas noticias recuerdan al chiste. Sexo por todas partes, en las deliberaciones colegiales de la Iglesia de Escocia o en un caballito del diablo de Gabón recién descubierto. Su nombre, “Umma gumma”, es un guiño a un disco de Pink Floyd, Ummagumma, y, además, es la expresión utilizada por los universitarios de Cambridge para referirse, ¡cómo no!, al sexo. En la foto anterior de The Objective aparece lo que asemeja una rosa y es una montaña de preservativos rojos. “Los organizadores de los Juegos de Río van a ofrecer 450.000 preservativos a los atletas”, aclara la publicación brasileña Folha de São Paulo. Tanto lo de “atletas” como el nombre de la publicación darían bastante juego al niño, al psicopedagogo y a su padre.

Recuerdo cuando se criticaba a la Iglesia Católica por estar obsesionada con el sexo; y me entra la risa floja. Lo que fue un tabú, ahora es una butá. Se ha dado la vuelta y, de no poderse hablar de sexo, hemos pasado a no parar de hablar de sexo. Lo cual no sería demasiado grave —hay temas más áridos— si no nos nublase el juicio. Los recelos contra cualquier propuesta que trate de paliar el invierno demográfico arraigan en el miedo a que nada limite en nada la libertad sexual. Con el aborto, pasa, en el fondo, lo mismo. Y cualquier iniciativa que proponga cualquier libertad sexual trae el viento de popa. La mentalidad anticonceptiva está en la concepción de muchas ideas y modas del momento. Al final, aquí el quid de casi todo está en el Umma gamma; y, si mi artículo parece una boutade, es una prueba más de que el sexo es, hoy por hoy, nuestra butá.

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