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Javi Dale

Un bebé muerto en Navidad

En la tradición cristiana del evangelista San Lucas, se cuenta que Jesús nació en un establo de Belén después de que sus padres, José y María, no encontraran alojamiento en la ciudad, a la que se habían desplazado por una orden de empadronamiento del emperador Augusto.

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En la tradición cristiana del evangelista San Lucas, se cuenta que Jesús nació en un establo de Belén después de que sus padres, José y María, no encontraran alojamiento en la ciudad, a la que se habían desplazado por una orden de empadronamiento del emperador Augusto.

En la tradición cristiana del evangelista San Lucas, se cuenta que Jesús nació en un establo de Belén después de que sus padres, José y María, no encontraran alojamiento en la ciudad, a la que se habían desplazado por una orden de empadronamiento del emperador Augusto. Creencias al margen, la imagen es dolorosa: una joven pareja se ve obligada a traer a su hijo al mundo en un establo porque nadie encuentra la compasión suficiente como para darles alojamiento. Con el tiempo, y adaptando al calendario festivo cristiano una fiesta pagana, el nacimiento del niño-Dios quedó cifrado en el 25 de diciembre, fecha en la que se celebra la Navidad.

Hace apenas un par de semanas, otra joven pareja tampoco encontró compasión. Fue en Champlan (Francia) y en una situación mucho peor, terriblemente peor. El 25 de diciembre, el bebé de esta pareja, gitanos de origen rumano establecidos ilegalmente en Francia -en otro tiempo el país de la ‘Egalité, Fraternité’-, murió.

Un bebé muerto en Navidad. Y cuando sus padres quisieron enterrarlo, el Ayuntamiento se negó a dar sepultura al cadáver.

Las explicaciones ofrecidas sólo producen asco. Si el consistorio en primera instancia negó el enterramiento argumentando que quedaban “pocas plazas” en el camposanto, que se reservaban a los ciudadanos “que pagan sus impuestos locales”, las excusas ofrecidas por el alcalde Christian Leclerc más adelante, acusando a sus subalternos de haber “malinterpretado sus indicaciones”, además de asco producen pena.

Una de las raíces del antisemitismo se encuentra en la tradición cristiana que culpó a los judíos de la muerte de Jesús hasta que fueron exonerados por Benedicto XVI en una fecha tan reciente como 2011. Tan grande fue el odio, se decía, que Jesús hasta tuvo que nacer como un animal: en un establo.

Hace dos semanas, en un pueblo de Francia el odio hacia los gitanos fue tan grande que ni siquiera quisieron enterrar a uno de sus niños muertos.

¿Hay esperanza para quien ni siquiera es capaz de mostrar compasión en Navidad?

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