THE OBJECTIVE
Teresa Viejo

Un mapa por colorear

Existe una nación de 65 millones de almas que cruza a diario el planeta. Es muy triste comprobar que su población se mueve sin rumbo porque el resto impedimos lo contrario. Lo lógico es que avanzaran pero son hombres, mujeres, niños y ancianos, tejiendo un tiempo sin visos de futuro. Quizá si apreciáramos a los refugiados no como un goteo humano sino con el simbolismo compacto de una nación, entenderíamos mejor su drama: es un magma incendiado colándose por cada frontera.

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Un mapa por colorear

Existe una nación de 65 millones de almas que cruza a diario el planeta. Es muy triste comprobar que su población se mueve sin rumbo porque el resto impedimos lo contrario. Lo lógico es que avanzaran pero son hombres, mujeres, niños y ancianos, tejiendo un tiempo sin visos de futuro. Quizá si apreciáramos a los refugiados no como un goteo humano sino con el simbolismo compacto de una nación, entenderíamos mejor su drama: es un magma incendiado colándose por cada frontera.

La magnitud del fenómeno se ha actualizado en la época de la globalización por tanto nadie puede sentirse ajeno a su grito de auxilio. Precisamente cuanto más estándar sea nuestra sociedad más cerca debemos de sentirnos de cualquiera de sus habitantes, sin embargo existe una hipocresía que nos condena a los guetos. “Los primeros nosotros”, piensan las mentes limitadas que en su versión más extrema terminan en xenofobia.

Observa la imagen. Unos verán en las personas que la componen la diversidad de los colores, el arco iris de un puñado de prendas de vestir, y otros, la uniformidad de una misma raza. La diferencia entre quienes aparecen en ella reside en lo nimio, en algo circunstancial como un pañuelo o una camiseta. Un diagnóstico de nuestro mundo debería dejarnos el mismo sabor que esta imagen llena de seres iguales unos a otros, salvo por los trapos que envuelven sus cabezas.

No entiendo el rechazo al diferente. A quien siente, vota o habla distinto a ti. No entiendo incluso quien desde la afinidad discute por el mando de la tele. No comprendo la confrontación, la lucha cuerpo a cuerpo, la dialéctica hiriente, la falta y el verbo grueso. La humillación o el improperio. Debo de pertenecer a otra nación, invisible y difusa, que sin moverse del sitio piensa que otro planeta sí es posible.

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