THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

Una cursilada

Mazie y Raymond han celebrado sus 75 años de matrimonio. Cuando se casaron, él tenía 19 años y ella, 22. Más de uno debió decir que se estaban precipitando y que aquello no duraría cuatro días.

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Mazie y Raymond han celebrado sus 75 años de matrimonio. Cuando se casaron, él tenía 19 años y ella, 22. Más de uno debió decir que se estaban precipitando y que aquello no duraría cuatro días.

Mazie y Raymond han celebrado sus 75 años de matrimonio. Cuando se casaron, él tenía 19 años y ella, 22. Más de uno debió decir que se estaban precipitando y que aquello no duraría cuatro días.

Pues ahí los tienen, recién salidos de una operación de corazón. La noticia parece indicar que han sido dos operaciones, una cada uno. Viejecicos, pero majos. Queriéndose, seguramente más que el día que se casaron.

A lo largo de la vida pasan muchas cosas. Pequeñas, casi todas. Para hacer una cosa importante -las operaciones- estos señores han tenido que esperar 75 años. Pero a base de cosas pequeñas, de detalles de cariño, han fabricado el amor día tras día.

Y cuando un marido y una mujer fabrican el amor día tras día, les dicen que hay que operar, porque los corazones ya no son lo que eran. Que han latido mucho y se han cansado. Y que hay que ponerles un parche.

Supongo que Mazie y Raymond pensaron que total, para lo que vamos a durar, no vale la pena operarse.

Pero uno de los dos, mejor dicho, estoy seguro, los dos a la vez, dijeron: «¡pero si el año que viene celebramos nuestros 75 años de matrimonio! ¡No podemos faltar a la fiesta!»

Y se operaron. Y, como es natural, salieron bien de la operación. Y ahí los tenéis, agarradicos de la mano, con las cabecicas juntas, felices.

Ellos creen que el éxito ha sido de los médicos. Por supuesto que sí, desde el punto de vista «espectacular». Operar a dos ancianos y que salgan vivos es un éxito profesional importante.

Pero el éxito de verdad ha sido la cantidad de cosas sin importancia que han conseguido que Raymond, sentado en la cama del hospital, le pueda decir a Mazie algo así como «¡qué guapa estás, chata!», y Mazie, poniendo cara lánguida, le conteste «¡tonto!»

Algunos pensarán que eso es una cursilada.

Allá ellos.

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