THE OBJECTIVE
Xiskya Valladares

¿Vale más un polluelo que un feto?

La vida lucha por abrirse paso incluso en medio de la cautividad. Hace 10 días en un zoo de Oji, Kobe (Japón), nació un flamenco que además espera la llegada de otros siete polluelos como él en un par de semanas.

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¿Vale más un polluelo que un feto?

La vida lucha por abrirse paso incluso en medio de la cautividad. Hace 10 días en un zoo de Oji, Kobe (Japón), nació un flamenco que además espera la llegada de otros siete polluelos como él en un par de semanas.

La vida lucha por abrirse paso incluso en medio de la cautividad. Hace 10 días en un zoo de Oji, Kobe (Japón), nació un flamenco que además espera la llegada de otros siete polluelos como él en un par de semanas. Cuando lo ves no se parece en nada a un elegante flamenco, se nota que aún tiene que aprender torpemente a existir. Ni siquiera el color es igual al de su especie adulta. Si eres muy despistada como yo, puede que incluso lo confundas con pato vulgar. Me recuerda al cuento del patito feo. Y me recuerda a todos esos que dicen que un feto no es aún un ser humano.

Justo este martes, Derecho a Vivir presentaba en Madrid el manifiesto Científicos por la vida, suscrito en unos días por más de 600 médicos, científicos y profesionales de la salud. La portavoz de la plataforma, la doctora Gádor Joya, aseguraba que todos ellos «demuestran que desde la ciencia, desde la evidencia científica, se puede defender la vida humana dejando al margen argumentos ideológicos”. El doctor Villalón describía el aborto como «el holocausto de nuestro tiempo». Para el doctor Carlos Cabanyes “la defensa de la vida humana es un tema puramente científico”. Demasiados médicos y científicos políticamente incorrectos para esta sociedad líquida que bajo la idea de defender la libertad humana, hoy permite casi cualquier cosa, incluso el asesinato de niños por nacer. Supongo que «las femen» se manifestarán muy pronto en contra de este manifiesto, aunque aún estemos esperando que lo hagan en reivindicación de las 270 niñas nigerianas que llevan ya XX días secuestradas injustamente.

Mientras defendemos y protegemos el nacimiento de un flamenco en un zoo, o de ocho, da igual. El mundo al revés. Con lo maravilloso que es el misterio de la vida en todas sus formas. Pero como decía Jesús Poveda: «Cuando el gobierno ve a un ecologista jugarse la vida por un huevo de halcón, ve en él un héroe, y cuando ve a un pro-vida en la puerta de una clínica abortista, ve en él a un fanático.» Tan cierto como que hemos conseguido que la vida humana pierda su valor.

Lo mismo me da si es en 270 niñas nigerianas secuestradas que en los miles de embriones y fetos asesinados a diarios en el mundo. El egoísmo nos ha cegado. Según la OMS, de los 210 millones de embarazos anuales en el mundo, 80 millones son no planeados. Es decir, dos de cada cinco. Y de ellos, 46 millones (56%) terminan en aborto, de esos 19 millones en países donde es ilegal. Las cifras son escalofriantes.

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