THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

Valientes guerreros

Da gusto con algunos líderes independentistas: en cuanto vienen mal dadas, toman las de Villadiego y se marchan al extranjero para escapar de la acción de la Justicia, sin tener en consideración que, con su huida, dejan a su guardia pretoriana bajo las patas de los caballos. Con los jefes fugados en paraísos seguros –o aparentemente seguros-, sus colaboradores han recibido en su trasero las patadas judiciales que debían propinarse a los huidos, de manera que han acabado en prisión preventiva, con fianzas de cinco o seis cifras, los pasaportes retirados y comparecencias periódicas ante el juez para demostrar que seguían en España.

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Valientes guerreros

Da gusto con algunos líderes independentistas: en cuanto vienen mal dadas, toman las de Villadiego y se marchan al extranjero para escapar de la acción de la Justicia, sin tener en consideración que, con su huida, dejan a su guardia pretoriana bajo las patas de los caballos. Con los jefes fugados en paraísos seguros –o aparentemente seguros-, sus colaboradores han recibido en su trasero las patadas judiciales que debían propinarse a los huidos, de manera que han acabado en prisión preventiva, con fianzas de cinco o seis cifras, los pasaportes retirados y comparecencias periódicas ante el juez para demostrar que seguían en España. Algunos de ellos incluso han tenido que sufrir la humillación de retractarse públicamente de sus ideas para sortear la cárcel, un oprobio que les perseguirá de por vida.

Sin embargo, esos líderes de Junts y -y ahora de la CUP- que distribuyen vídeos paseando por amplias avenidas en Bélgica o en Suiza, mientras sus compañeros no tienen más recurso que el rancho y el monótono recorrido por el patio, siguen contando con el respaldo de un porcentaje alto de independentistas. Incomprensible, aunque siempre es difícil interpretar las actitudes de los fanáticos, sean de derechas o de izquierdas. O independentistas, como es el caso. Cualquier persona con dos dedos de frente consideraría cobardes a los fugados, pero los fundamentalistas del independentismo siguen viendo como héroes a los huidos, e incluso dan por buena esa patraña en la que hacen paralelismo entre su actitud y la de Mandela o Gandhi.

Allá los independentistas con su estrategia, sus luchas por el liderazgo, su empecinamiento en separarse de España y sus pintorescas ideas para investir como presidente de la Generalitat a Puigdemont. Con su pan se lo coman. Lo que no es de recibo es que después de cien días desde la Gran Escapada, continúen presentando a figuras del independentismo como valientes guerreros dispuestos a jugarse la vida por sus ideas. De eso nada. Ni valientes ni guerreros: simplemente, hombres y mujeres de medio pelo que salen corriendo en cuanto hay peligro, dejando atrás en difícil situación a sus más próximos colaboradores.

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