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Carme Barcelo

Virus fofo

Los últimos compromisos internacionales se han saldado con un importante número de víctimas, que ni el Programa de Protección de clubes sirve de consuelo a los técnicos

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Virus fofo

Los últimos compromisos internacionales se han saldado con un importante número de víctimas, que ni el Programa de Protección de clubes sirve de consuelo a los técnicos

Havelange, ayer. Blatter y Villar, hoy. Hoy y un montón de años, que son los que suman ambos en sus poltronas como los que en su día estuviera sentado el mandamás brasileño en el de la FIFA. 24 años presidió don Joao la institución, más o menos los mismos que don Joseph y don Ángel María llevan en las suyas. Enquistados en sus asientos, del que sólo se mueven para viajar a los eventos y reuniones que les interesan por algo más que lo estrictamente deportivo, acumulan peso físico mientras lo pierden a ojos del aficionado y del profesional. Los últimos compromisos internacionales se han saldado con un importante número de víctimas que ni el Programa de Protección de clubes –que sólo tiene algo más de un año de vida– sirve de consuelo a los técnicos. El virus FIFA ha atacado de nuevo. Los jugadores caen como moscas. La lesión más grave la sufrió Khedira hace unos días en el transcurso de un amistoso ante Italia y ya le ha dicho adiós a la temporada. Ésta es la más dura, pero tanto el Real Madrid como el Barça están mermados por culpa de los bolos internacionales, que parecen diseñados por el peor enemigo del fútbol. La imagen de la selección española en Guinea y en Sudáfrica estuvo muy lejos de su mejor versión; los jugadores daban la sensación de estar más pendientes de las redes sociales y de las fotos y los dirigentes, de cubrir el expediente y de cobrarlo. Entre comidas y cenas, la única dieta que vieron fue la que les ingresan en la cuenta corriente por cada día que están fuera de casa. Y cuando están en ella, son incapaces de sentarse para darle una vuelta lógica al calendario y empezar a borrar fechas. Cogen la silla para dirimir, entre plato y plato, que es lo que más les conviene a ellos y a sus compromisos. Es otro virus, pero más fofo. De momento, los futbolistas de élite acumulan viajes y partidos cada tres días mientras los cambios tardan años y años en llegar.

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