THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Y se ponen estupendos

Cuando todos se escuchan, se copian, se espían, se observan, se ojean, se controlan con walkies, teléfonos, escuchas, satélites, lecheras y lo que pillen, por tierra mar y aire. Y cambien el “se” por “nos”, y tres cuartos de lo mismo. Y se pasan las leyes por el forro a su antojo. Pero se tienen que poner estupendos en la queja, mientras espían y se espían a braga quitada, que diría Umbral.

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Cuando todos se escuchan, se copian, se espían, se observan, se ojean, se controlan con walkies, teléfonos, escuchas, satélites, lecheras y lo que pillen, por tierra mar y aire. Y cambien el “se” por “nos”, y tres cuartos de lo mismo. Y se pasan las leyes por el forro a su antojo. Pero se tienen que poner estupendos en la queja, mientras espían y se espían a braga quitada, que diría Umbral.

Que gran fotografía la de Regis Dubignau, Ese Sarkozy republicano con los brazos extendidos, luciendo la Legión de Honor, y con gesto y mirada de yo-no-fui. 

Cuando por Wikileaks sabemos que los EEUU habrían espiado a los presidentes franceses Chirac, Sarkozy y Hollande, el Gobierno galo reacciona inmediatamente con una pomposa declaración afirmando que “es inaceptable entre aliados”. Me parto la caja. So ponen estupendos. Todos. Cuando todos se escuchan, se copian, se espían, se observan, se ojean, se controlan con walkies, teléfonos, escuchas, satélites, lecheras y lo que pillen, por tierra mar y aire. Y cambien el “se” por “nos”, y tres cuartos de lo mismo. Y se pasan las leyes por el forro a su antojo. Pero se tienen que poner estupendos en la queja, mientras espían y se espían a braga quitada, que diría Umbral.

¿Por qué se controlan tanto los unos a los otros? Pues está claro, porque están todos de mierda hasta el corvejón. El Estado, cada Estado, tiene mil ojos, y de ellos 999 son ilegales. Y a mayor control, más crece la corrupción. El planeta tiene más cráteres de escuchas que la luna. La concentración de sofisticados equipos de última generación es estratosférica. No caben más, aunque quepan. Y la única esperanza es que este oficio del periodismo resucite, para cantarle las verdades a estos reyes del escapismo que se ponen estupendos para criticar el espionaje ajeno mientras te escuchan hasta en el WC. Tienen una cara de cemento. Armado. Hasta los dientes.

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