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El riesgo de ruptura con ERC obliga al Gobierno a retrasar el debate de la Nación

Moncloa quería celebrar el debate en la tercera semana de mayo, pero lo deja en el aire hasta reconstruir las alianzas con sus socios

El riesgo de ruptura con ERC obliga al Gobierno a retrasar el debate de la Nación

La estrategia se fijó hace poco más de una semana en una reunión en Moncloa con Pedro Sánchez y sus más estrechos colaboradores. Allí prepararon el calendario de los asuntos y convocatorias de mayor relevancia en el horizonte cercano y una de las prioritarias fue la celebración del debate sobre el estado de la Nación. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, los estrategas monclovitas marcaron en rojo la tercera semana de mayo para la celebración del debate de política general con la intención de que la gran cita parlamentaria fuera el primer gran acto de campaña de las elecciones andaluzas que, por entonces, no se habían convocado. 

Pero los planes han cambiado. El escándalo del espionaje de Pegasus ha hecho volar por los aires la hoja de ruta presidencial en la que la celebración del debate ha dejado de ser prioritaria. La prioridad ahora es reconstruir las relaciones con ERC que ha suspendido la colaboración con el Ejecutivo de coalición hasta que se aclaren los hechos y «rueden cabezas». El voto en contra de los republicanos al decreto ley del plan de choque de la guerra ha sido la primera de sus consecuencias; la segunda: el aplazamiento de un debate sobre el estado de la Nación que, según las fuentes gubernamentales consultadas, serviría termómetro de la debilidad de un Gobierno consciente de la necesidad de coser los pedazos de su alianza Frankenstein. 

Por ello, el Gobierno vuelve a posponer la cita que prometió celebrar «antes del verano», que fijó primero para el mes de abril, después para mayo, y ahora deja para principios del mes de junio. A más tardar, la segunda semana, ya que corre el riesgo de solaparse con la campaña electoral andaluza durante la cual no suele haber actividad parlamentaria en las Cortes para permitir la actividad de representación de sus señorías por Andalucía en sus respectivas circunscripciones. 

Junio, inicio de la campaña andaluza 

La intención del Ejecutivo siempre ha sido que esta cita sirviera para iniciar la campaña andaluza como ocurrió con la campaña en Castilla y León cuando el Gobierno utilizó la sesión de control para hacer mitines electorales, tanto por parte de los diputados socialistas como de los miembros del Consejo de Ministros. «Un bochorno» que reconocieron entonces hasta en las filas socialistas por la obscena utilización de la cámara baja y del Gobierno con fines partidistas.

La idea es la misma pero, en esta ocasión, se suma la agravante de que el Ejecutivo quiere utilizar un debate que «siempre gana el Gobierno» con el ‘vacío’ de la oposición, ya que su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, no podrá intervenir en la sesión parlamentaria y la candidata que podría inclinar la balanza, Macarena Olona, tampoco estaría por su implicación en la precampaña en Andalucía y porque el turno de intervención corresponde al presidente de su formación, Santiago Abascal. 

El PP pide informes jurídicos

De hecho, en el PP se solicitaron informes jurídicos a los letrados de la cámara para buscar un vericueto legal que permitiera la participación de Feijóo en la sesión si antes tomara posesión de su acta de senador por la designación autonómica del parlamento gallego y fuera nombrado presidente del grupo parlamentario de ambas cámaras. Pero las fuentes parlamentarias consultadas por THE OBJECTIVE dicen que «no será posible» y que a lo máximo que se puede llegar es a que el líder del PP asista presencialmente desde la bancada e intervenga desde el patio del Congreso o las puertas de los Leones, como suele ocurrir con dirigentes o presidentes autonómicos. La semana pasada utilizó esta fórmula el presidente catalán, Pere Aragonés.

La fórmula que idea el equipo de Feijóo ha despertado chanzas en el Congreso en fechas recientes al comparársele con Pablo Iglesias, cuando en 2015 no pudo participar en el debate de la Nación en el Congreso por no ser aún diputado y convocó un ‘contradebate’ en una sala del Círculo de Bellas Artes de Madrid ataviado por vez primera con una corbata.

Simancas busca tres días libres

Así las cosas, Sánchez confía en ejecutar su nueva estrategia mientras los grupos de la oposción se preguntan si habrá debate. Esta misma semana, la pregunta se formuló en la Mesa del Congreso, donde se producen «tensiones por los cuellos de botella» que genera la ingente actividad parlamentaria y un «calendario lesgislativo muy apretado» que hace difícil encajar ese debate. A ello se le suma que a finales de junio el Gobierno estará volcado en la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid, que requerirá de tirar de cargos institucionales múltiples para diferentes actos de representación institucional. Preguntada por si había comunicación alguna del Gobierno, la presidenta de la cámara baja, Meritxell Batet, respondió de forma negativa. 

Todavía el secretario de relaciones con las Cortes, Rafael Simancas, no ha enviado la comunicación pertinente a la cámara porque no se han concretado aún las tres fechas que ocupa este debate de política general: dos para la intervención del presidente y de los grupos de la oposición y una tercera para la aprobación de las propuestas de resolución de los grupos parlamentarios. Un debate que no se celebra desde hace siete años, en febrero de 2015 y en el que nunca participaron Pablo Casado, Pablo Iglesias o Albert Rivera. 

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