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Escocia aprovecha la dimisión de Johnson para relanzar su apuesta por la independencia

Diferentes corrientes del Partido Nacionalista Escocés ven en la inestabilidad política de Westminster y la crisis de los ‘tories’ una oportunidad para la secesión

Escocia aprovecha la dimisión de Johnson para relanzar su apuesta por la independencia

Nicola Sturgeon (der.), ministra principal de Escocia. | Europa Press

La dimisión de Boris Johnson como primer ministro ha reactivado las peticiones de independencia en Escocia. La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, publicó en la víspera de su dimisión la misiva recibida por Johnson en contra de permitir la celebración de otro referéndum sobre la secesión de la región. En ese mensaje, Sturgeon ya anticipa que puede ser «uno de sus últimos actos como primer ministro», pero no desiste de la idea de convocar «un referéndum el 19 de octubre de 2023» o elegir la independencia «mediante unas elecciones generales». «La democracia escocesa no será prisionera de ningún primer ministro», remachaba.

Horas antes y después de que el propio Johnson anunciara su dimisión, el movimiento independentista escocés ha buscado desvincularse de cualquier cambio en Westminster. Sturgeon ha insistido este jueves en sus redes sociales que «el problema es mucho más profundo que un individuo» y que el «sistema de Westminster está roto». A este respecto, empuja por una «alternativa» de orientación estrictamente europea para avanzar hacia su propósito de convertir Escocia en un estado independiente.

Crisis política de largo alcance

Hay una corriente de fondo, de académicos y creadores de opinión, que considera que, tras el Brexit, la crisis que atraviesa el partido conservador británico y la inestabilidad política suponen una «oportunidad» para las aspiraciones secesionistas que abandera el Partido Nacionalista Escocés.

El periodista Jeremy Cliff, del New Statement, vertía una reflexión en las redes sociales que tenía el predicamento de una parte importante del partido de Sturgeon: «Westminster está hiperventilando esta noche sobre el corto plazo, pero es el futuro a largo plazo lo que debería preocuparnos. El precedente internacional muestra que una vez que un líder rompe las normas y las convenciones de un sistema político como este, suele ser extremadamente difícil repararlas».

El Partido Nacionalista Escocés ha logrado lo que el independentismo catalán no ha podido. Mientras todo el voto secesionista en la región se concentra en este único partido, en Cataluña el separatismo está fragmentado en tres partidos (ERC, Junts y la CUP), y los dos primeros se disputan la hegemonía. A diferencia del caso catalán, además, el nacionalismo escocés nunca ha apostado por vías ilegales para materializar sus propuestas políticas. Y en los últimos años ha logrado ser el partido más votado en detrimento del partido laborista.

Oportunidad para el secesionismo catalán

La celebración de un nuevo referéndum de autodeterminación también despierta el interés de los movimientos independentistas de todo el viejo continente. La clase dirigente escocesa ha reivindicado su posicionamiento a favor de seguir formando parte de la Unión Europea (UE), mientras que el partido conservador -primero con Theresa May y, posteriormente con Johnson- condujo el proceso de la salida tras el referéndum del Brexit.

Este jueves, el exnegociador de la UE para el Brexit Michel Barnier expresaba su esperanza de que, con la salida de Boris Johnson de Downing Street, se abriera «una nueva página en las relaciones» bilaterales en las que Reino Unido sea «más respetuoso con los compromisos» firmados.

Barnier, excomisario europeo, confía en que la persona que sustituya a Johnson sea un aliado «más amigable», después de que las negociaciones sobre el Brexit y la aplicación posterior del acuerdo hayan estado marcadas por los desencuentros. De hecho, el actual Gobierno británico ha promovido de forma unilateral cambios en el Protocolo de Irlanda del Norte incluido en los acuerdos de retirada, lo que ha llevado a la Comisión Europea a reabrir un expediente sancionador por no acatar lo firmado.

El Ejecutivo de Sturgeon no es ajeno a todas estas polémicas, y quieren exhibir su pedigrí europeísta para que las instituciones comunitarias vean con buenos ojos su apuesta por celebrar una nueva votación. La estrategia pasa por desacreditar la política de Londres y su poco respeto por las convenciones diplomáticas. Sin duda, si el partido conservador elige a otro líder con convicciones más aislacionistas, tendrán más margen para ganar peso como actor internacional.

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