El Barça, la inmersión lingüística, el club infantil Súper 3 y la casa madre de este último, TV3, son los cuatro instrumentos de que se ha valido el catalanismo para socializar a la infancia.
Pernando Barrena, en 2009, uno de los líderes políticos de la mafia etarra, escribió que “los terroristas de hoy puede que mañana no lo sean; depende de quién escriba la historia”, razonamiento que explica perfectamente cuáles son las intenciones de la banda terrorista una vez que asumió que ha sido policialmente derrotada por el Estado de Derecho y especialmente por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
El británico The Economist ha tenido a bien publicar un revelador gráfico que recoge el apoyo que las principales cabeceras norteamericanas han brindado a los candidatos a las elecciones presidenciales desde 1988 hasta hoy. Si bien desde Bill Clinton los demócratas siempre han aunado mayores simpatías entre la prensa, ha existido a lo largo del periodo una disparidad notable en las preferencias de los rotativos. Hasta Donald Trump. De las 72 cabeceras analizadas por el semanario londinense, sólo una apoya abiertamente al candidato republicano a la Casa Blanca.
«América para los americanos» es la divisa decimonónica que resumió la célebre doctrina Monroe, conforme a la cual Estados Unidos debía proteger con celo cualquier intervención europea en su patio trasero continental. Ahora, tras el voto favorable al Brexit, Theresa May parece empeñada en darle nueva vida. Al menos, en lo que al mercado laboral se refiere, donde habrá de aplicarse una discriminación positiva en favor de los favorecidos. O sea, de quienes disfrutan eso que el economista Branko Milanovic ha llamado «renta de ciudadanía»: los beneficios automáticos disfrutados por quienes nacen en un país rico. Una cuestión de suerte que convertimos -porque de alguna forma habremos de organizarnos- en un derecho.
El Nobel de la Paz comienza a ser como el Princesa de Asturias de los Deportes: la categoría que resta lustre al galardón. Si el segundo cae una y otra vez en el chovinismo más vulgar para honrar a figuras mediáticas españolas -Alonso ganó el premio antes que Schumacher, Casillas y Xavi se lo llevaron dos veces entre 2010 y 2012, lo tiene Sito Pons pero no Valentino Rossi-, el primero ha tomado definitivamente la deriva fatua de la corrección política para incurrir en el absurdo de premiar presuntas buenas intenciones, no hechos. Será difícil superar el sinsentido de concedérselo a un Obama recién aterrizado en la Casa Blanca, pero a fe que parecen habérselo propuesto.
La falta de pedagogía hace que resulte poco atractiva la certeza de que el Estado de Derecho es el garante último de la igualdad entre todos los ciudadanos a pesar de sus diferencias de sexo, edad, orientación sexual, lugar de nacimiento y demás. Estas múltiples formas de disparidad entre miembros de una comunidad política son a menudo excitadas por representantes públicos. El resultado, de sobras conocido, es la primacía de la identidad, en cualquiera de sus formas, frente a la noción de ciudadanía que brinda la democracia.
La editorial presentó la instancia el 12 de junio de 1942. Del Viaje en autobús de Josep Pla, en su primera edición, Destino pensaba imprimir unos 1.000 ejemplares. En aquellos días de escaseces materiales y miserias civiles, esa tirada representaba unos 27 kilos de papel. El proceso administrativo fue relativamente rápido. El censor –Conde te llamabas– ya había redactado su informe el día 21. “La obra es un conjunto de impresiones y pinceladas literarias sobre diferentes motivos que impresionan al Autor, con ocasión de un viaje por tierras catalanas. Estimamos se puede APROBAR con TACHADURAS en las páginas indicadas”. No sé si existía el manual del buen censor en la Delegación Nacional de Propaganda, pero al pensar en el sentido de esas tachaduras parece cómo si se estuviese intentando dar una nueva vida al fósil de esa época.